En la circular de inicio del curso escolar que se envió a los centros se citaban las bases en las que se apoya el modelo educativo asturiano. Si a cualquier ciudadano le preguntáramos qué hay intrínsecamente relacionado con la educación en esas bases, es muy probable que señalara el refuerzo del Inglés, la Llingua y el Eonaviego y la defensa de la escuela rural. El resto tiene que ver con la lucha contra el cambio climático, la paz, la salud, la violencia de género, la igualdad o el desarrollo sostenible. Seguro que son asuntos interesantes, pero quiero resaltar la diferencia que hay entre lo que lo que la sociedad piensa que debe aportar la escuela y el actual modelo de educación.
Todo esto sirve de prólogo para aproximarnos al decreto por el que se regula el currículo de la Educación Primaria. Una etapa crucial, porque es la primera que tiene carácter obligatorio y la más dilatada en el tiempo al incluir a niños entre los seis y los doce años. También tiene una gran importancia porque en ella se incuba gran parte del fracaso escolar, aunque esto nunca se reconozca oficialmente.
En el decreto se apunta que el aprendizaje será por competencias, como todo lo que se hace en la educación en España en las enseñanzas no universitarias. El mundo de la educación por competencias está lleno de sorpresas, como relacionar las Matemáticas con las emociones.
En el currículo recién publicado se recoge que se debe abordar la enseñanza de las Matemáticas «de forma experiencial». Cuando lo leí pensé que el alumno podría aprender a solucionar ecuaciones de segundo grado a partir de sus propias vivencias. No es exactamente eso. El currículo detalla que los alumnos necesitan conocimientos para abordar el sentido numérico, espacial, algebraico, computacional, estocástico, pero necesitan manejar las emociones para mejorar el rendimiento en Matemáticas y combatir las actitudes negativas hacia ellas. Es decir, a partir de un nuevo enfoque socio-afectivo se podrá dominar el rechazo que produce el cálculo infinitesimal. Para animar a los que no saben resolver problemas dicen que hay que acabar con «el mito del talento innato indispensable». ¿Entonces lo de los alumnos de altas capacidades es algo aprendido o viene de cuna? Otra cosa es que un alumno con esfuerzo y perseverancia puede superar la asignatura más difícil, pero me temo que el esfuerzo y la perseverancia no se contemplan en el modelo. Tras el ejemplo de las Matemáticas, habrá que volver sobre sobre el currículo.