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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ENSAYO DE ALTO RIESGO

En el debate sobre el estado de la región apenas se habló de educación. Sólo se citó el hipotético cierre de un colegio y el increíble error cometido (por repetido) con los baremos de calificaciones en la oposición de maestros.

Si no se hubieran manipulado las vigas maestras sobre las que descansa la educación en España, sería justificable que los diputados se entretuvieran con asuntos propios de sindicatos o de asociaciones de padres, pero no es el caso.

El propio presidente del Principado, en el discurso que abrió la sesión parlamentaria, se limitó a hacer mención a la gran oferta de plazas de Formación Profesional, la inversión de siete millones en digitalización y la estabilización de plantillas, con los interinos convertidos en fijos.

Debate

Todo eso tiene que ver con la problemática de la educación, pero no constituye el núcleo del debate, tal como se da a escala nacional. Los diputados no pueden quedarse en la periferia de las grandes cuestiones, máxime cuando en ellas se juega el futuro de Asturias.

A mediados de marzo de 2020 finalizó el curso escolar, por conocida razón. A finales de septiembre, cuando se abrieron colegios e institutos, los profesores comentaban lo desambientados que estaban los alumnos, tras seis meses y medio de pausa escolar. La Consejería de Educación sacó una circular instando al profesorado a centrarse en los contenidos esenciales y adaptando la evaluación a las circunstancias especiales que atravesaba la sociedad y la escuela. Es decir, un curso frustrado y el otro devaluado, desde la perspectiva de adquisición de conocimientos.

Aunque todo lo anterior era preocupante, lo peor faltaba por llegar. Me refiero a la LOMLOE. El Ministerio de Educación tardó en aprobar los decretos curriculares y ahora los gobiernos autonómicos se encuentran sin tiempo para desarrollar los suyos. Lo razonable hubiera sido retrasar un curso la aplicación de la LOMLOE, pero como lo pedía la derecha, la propuesta fue a la papelera. Los profesores se quejan, pero esa es una cuestión coyuntural, el problema está en la ley.

La Ley Orgánica de Ordenación del Sistema Educativo (LOGSE), con la que empezó todo, fue causa de chistes por el impacto negativo que tuvo en los conocimientos de niños y jóvenes. Sirvió para que se acuñara la expresión ‘víctimas de la LOGSE’. Pues bien, la LOGSE, comparada con el experimento de la LOMLOE, fue una norma seria, rigurosa y equilibrada.

Objetivos

El salto en el vacío viene ahora, con la aplicación de la LOMLOE, al reducir el contenido de los programas, al quitar toda importancia a los suspensos, ya que la repetición de curso se considera «excepcional»; para que no haya dudas el Gobierno ha advertido que para valorar la promoción de los alumnos no se pueden tener en cuenta el número de suspensos ni tampoco cabe valorar si las materias en que va retrasado un alumno son troncales o específicas. Para cerrar el círculo, desaparecen las notas y los exámenes de recuperación.

La LOMLOE va a servir para alcanzar dos objetivos, acabar con el fracaso escolar a través de la universalización del aprobado, y extender las titulaciones a todo el alumnado. Las memorias de fin de curso mostrarán una juventud más formada y capacitada, gracias al truco de una exigencia laxa y una evaluación complaciente.

Para avanzar en esa línea se van a implantar dos novedades: los ‘ámbitos’, así se llama a la fusión de asignaturas que se estudiarán juntas (ejemplo, Matemáticas y Ciencias Naturales). Una revolución, al juntar plantas y animales con trigonometría y números irracionales. La otra novedad es el estudio por proyectos. Fuera libros, la teoría se condensa en cuatro referencias y todo el mundo a hacer aplicaciones creativas e imaginativas. En una de las reuniones que hubo este mes entre la cúpula de la Consejería de Educación y los directores de los centros, se expuso de forma sucinta lo que es la enseñanza por proyectos: «Conceptos claros y aplicación inmediata a la vida real».

Me llama poderosamente la atención que un cambio tan radical en la educación, con las dudas y preocupaciones que suscita, no le cree ninguna inquietud a la Consejería de Educación.

Inspectores

Basta ver los objetivos que marcaron a los inspectores de educación para el presente curso. En la edición de ayer de EL COMERCIO venían recogidos: prevenir conflictos (acoso, etcétera), atención a la diversidad, bilingüismo (castellano, bable/eo-naviego) y el programa de préstamos de libros. Olé.

Se da un cambio profundo de contenidos, evaluaciones, sistemas de aprendizaje, etcétera, pero el Plan de Actuación del Servicio de Inspección Educativa debe mirar para otros asuntos.

¿Cómo puede ser que nada de esto llegue a la Junta General del Principado? El futuro de Asturias, el famoso cambio de modelo productivo, solo se puede lograr con una educación más rigurosa, con más conocimientos, o todo quedará en un trasvase de puestos de trabajo de la construcción a la hostelería.

Contrasta la importancia que da el presidente del Principado a la ciencia y la investigación, con la manga ancha que aplica el Gobierno con los estudios de la etapa obligatoria y el Bachillerato.

No nos engañemos, la LOMLOE introduce tal rebaja en la transmisión de conocimientos que a medio plazo los títulos quedarán degradados. Solo pido que haya un control del proceso para no vernos ante hechos consumados. Para eso están los inspectores, señora consejera.

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por JUAN NEIRA

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