El Gobierno de coalición ha aprobado los presupuestos del Estado para 2023. A escala nacional la inversión alcanza niveles nunca vistos gracias a los fondos europeos. De los 46.205 millones aprobados, 21.279 corresponde a los fondos Next Generation. El famoso maná con que Pedro Sánchez pensaba tener un año triunfal antes de la convocatoria electoral. Con la llegada de la inflación y de la guerra en Ucrania el panorama se le ha complicado tanto que el PP de Feijóo va por delante en las encuestas. Le corresponden a Asturias 421 millones; un avance con respecto a los últimos años, pero sin tirar la casa por la ventana: 28 millones más que el pasado año.
Dada la impresionante recaudación tributaria y el empeño expansionista del Gobierno, la cifra en inversiones no sorprende a nadie, aunque se podría dar por buena si fuera real. Me refiero a la tendencia de los últimos años de no ejecutar gran parte de las inversiones. La Intervención General del Estado constató que en 2021 sólo se había ejecutado el 40,1% de las inversiones programadas para Asturias. Únicamente en Cataluña el porcentaje de ejecución fue inferior. Hubo comunidades autónomas en las que no solo se ejecutaron todas las partidas, sino que la inversión a lo largo del año fue superior. En Madrid, Aragón, La Rioja y Castilla-la Mancha los porcentajes estuvieron por encima del 100% de lo aprobado en el presupuesto.
Queda la segunda parte, la negociación presupuestaria. Hasta ahora las cifras corresponden al acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos. Hay entente en el Gobierno, aunque el socio minoritario se siente engañado con respecto a las partidas del gasto en Defensa; tampoco está de acuerdo con el tratamiento de la vivienda, pero el caso es que el Gobierno lo ha aprobado. Falta negociar las demandas de los aliados parlamentarios. ERC, PNV y Bildu son los socios preferentes. El Gobierno va a tener que integrar propuestas que desbordan las previsiones iniciales, pero protagonistas y espectadores saben cómo termina este juego. La voracidad de los nacionalistas es tan insaciable como su falta de sentido de Estado. No saben lo que es la corresponsabilidad. En ese trámite Asturias no puede hacerse muchas ilusiones, porque su cuota parlamentaria es de solo siete escaños en un conjunto de trescientos cincuenta diputados. En esta legislatura la postura más combativa la tuvo Martínez Oblanca, aunque no se lo reconocen ni sus propios compañeros de partido (Foro). Ni una referencia en el reciente congreso.