Parece que Teresa Mallada va a dejar, por fin, la presidencia del PP asturiano. Hace meses que conoce las intenciones de la nueva dirección de su partido, presidida por Núñez Feijóo, de apartarla del cargo. Quieren acudir a las próximas elecciones autonómicas con un nuevo liderazgo, así que cada día que se retrase la dimisión más larga será la transición. Desde que Miguel Tellado, vicesecretario de organización del partido, dijo que lo más urgente era «encontrar la persona capaz de hacer un partido más grande», hay un evidente vacío de poder en la organización regional. En vísperas de acudir a las urnas es lo más parecido a iniciar la carrera electoral en desventaja. Ocurrió en 2019, cuando Pablo Casado estuvo deshojando la margarita del Principado hasta cuatro meses antes de celebrarse los comicios. En el Hotel de la Reconquista presentó a Mallada y a Alfredo Canteli, este último como candidato a la Alcaldía de la capital. Canteli no necesitó de mucho tiempo para ganarse el favor del electorado, porque tenía un alto grado de aceptación entre los ovetenses y, contaba con un aliado impagable, el descrédito del tripartito de izquierdas que había gobernado en el mandato precedente. Mallada no era tan conocida entre los asturianos como Canteli entre los vecinos de la capital; tampoco contó con un partido unido en apoyo de su candidatura.
Esta desgraciada secuencia debería evitarse ahora, así que lo mejor es presentar cuanto antes al candidato. No sé si habrá tiempo para desarrollar el plan inicial de convocar un congreso de unidad y ratificar por consenso al nuevo líder. Quizás tan solo se pueda ya nombrar candidato. No es una novedad, Mallada también fue elegida a dedo. De esa manera se abrevian los trámites y se gana tiempo, si bien esta forma de funcionamiento tiene un coste: la legitimidad procederá del dedo de Feijóo. El mismo dedo que nombra sirve para cesar.
No es un detalle menor. Mallada vivió con la intranquilidad de no haber sido ratificada por las bases. Ni Casado ni Feijóo dieron luz verde para la celebración del congreso del PP asturiano. Adrián Barbón se lo recordaba cada poco en la Junta General del Principado. Al final las sospechas del presidente del Principado se acabaron confirmando, cuando desde Génova anunciaron que buscaban un nuevo liderazgo.
Dejando a un lado las quinielas, ser candidato del PP no es fácil en Asturias. Hay que tener una clara voluntad de victoria, pero con capacidad para pasar cuatro años en la oposición. Un luchador.