El PP asturiano vive días de agitación, de noticias, rumores, cambios, justo lo contrario de lo que necesita un partido que es alternativa de gobierno cuando faltan unos meses para los comicios. Mallada se fue, dejando un vacío en el partido que será ocupado por el secretario general y diputado autonómico por el occidente Álvaro Queipo. El sucesor va a Madrid para recibir instrucciones y acordar un plan de trabajo. Al parecer ejercerá como presidente del partido, de forma provisional, hasta ser ratificado en un congreso a celebrar después de las elecciones autonómicas. Normalmente, en el PP el líder de la organización regional es candidato a la Presidencia de la comunidad autónoma, así como el presidente nacional del partido es, automáticamente, aspirante a presidir el Gobierno de España. Ejemplos de asumir ambas responsabilidades fueron Fraga, Aznar, Rajoy, Casado y Feijóo. En el partido por excelencia de la derecha la bicefalia no es una forma de reparto del poder que se contemple. Sin embargo, el caso asturiano podría ser una excepción, con Queipo llevando las riendas del partido y un candidato, por decidir, encabezando la lista a la Junta General del Principado. ¿Qué decir de todo esto?
Lo más urgente es que alguien de la dirección nacional hable claro a los afiliados del PP y a la opinión pública asturiana. Esto no se remedia filtrando cuatro frases sibilinas. Me refiero a alguien con jerarquía suficiente para ser completamente creíble, de tal forma que todo el mundo entienda que lo que dice va a misa. Pienso en dirigentes como Miguel Tellado o Elías Bendodo, por no hablar de Núñez Feijóo. Si no tienen todavía encajadas todas las piezas del puzle no pasa nada, pero no se puede seguir dando la espalda al problema. Poner en Madrid toda la carga sobre la espalda de Queipo y que vuelva a Asturias a enfrentarse a un ambiente hostil es la mejor forma de quemar a un candidato.
Da la sensación de que en Madrid no hicieron los deberes y sus previsiones quedaron rebasadas, como lo demuestra el aplazamiento del congreso hasta el verano, como pronto. Lo mismo sucede con la inesperada aceptación de la bicefalia, que es tanto como reconocer que todavía no cuentan con un candidato para la batalla electoral. De los nombres que salieron, la persona más preparada para la disputa del voto es Susana López Ares. El PP no tiene a nadie como ella para representar al partido en un debate electoral o parlamentario. Es una mujer segura, ajena a los clichés, y temible para los rivales.