La cuestión de los residuos es un problema en las sociedades urbanizadas. En Asturias, también, pero no se habla de ello. Un consorcio, Cogersa, se encarga de todo lo relativo al tema y nosotros distraídos con otros asuntos. Sin embargo, tenemos un problema. Y gordo. En la primera década del siglo se quiso atajar con una incineradora el crecimiento incesante de los residuos acumulados en el vertedero, pero al final la indecisión y los errores cometidos dieron al traste con la solución. Los gestores del consorcio avisaron de que en 2015 se colmataría el vertedero, pero una vez descartada la incineradora el vertedero comenzó a crecer en altura. Van ya cuatro ampliaciones para poder contener la porquería.

A tono con los tiempos, se pensó que una planta de basura bruta (58 millones de euros) valdría como alternativa. El año que viene se acabará de construir y podrá procesar lo que va al vertedero. Cuando se acerca el momento en que entrará en funcionamiento se han dado cuenta de que la planta dejará como residuo (si se quiere, residuo del residuo) 160.000 toneladas de combustible sólido recuperado. Como con todos los residuos, el problema está en el destino de esas toneladas. En la central térmica de La Pereda, en trance de mutar a planta de biomasa, no se podrán echar más de 40.000 toneladas; en Tudela Veguín, 20.000 toneladas y se acabaron los posibles destinos asturianos para el residuo del residuo. Cogersa realizó una prospección de mercado en España y en el extranjero, y sacó como conclusión que exportar la basura nos saldrá entre 50 y 100 euros la tonelada. En época de auge de precios, la broma nos puede salir por 16 millones al año. De no encontrar destino en dos años hay que apilarlo en el vertedero. Gastar 16 millones al año es más caro que construir una planta de basura bruta cada cuatro años. Lo digo a efectos de ponderar las cifras, ya que el proyecto de planta de basura bruta se presentó, en su día, como «la mayor inversión de Cogersa de la historia». Pues el gasto corriente va a superar a la inversión. En 2017 se inició el expediente de contratación de la planta de basura bruta por decisión de la comisión delegada de Cogersa. Nadie planteó dudas. Con la filosofía de las tres erres (reducir, reciclar, reutilizar) podrían con todo. Ahora, realizado el gasto, se ven las limitaciones que se solucionarán con más gasto. Llegados a este punto, emerge el fantasma de la incineradora, como única solución de verdad. Otra cosa es que a los que mandan no les satisfaga.