Las listas de la sanidad volvieron a salir a relucir en la Junta General del Principado. Daniel Ripa preguntó al consejero de Salud, Pablo Fernández. El diputado de Podemos fue nombrando a distintos pacientes afectados por diferentes patologías que llevaban meses o años en lista de espera. El consejero tuvo que reconocer que la cuestión de los retrasos en intervenciones quirúrgicas, consulta de especialistas o pruebas diagnósticas no es óptima, «pero se están poniendo los medios necesarios y vamos por buen camino». No dudo de la buena voluntad de Pablo Fernández y de los responsables sanitarios, en general, lo que no veo tan claro es lo de que vayamos por buen camino, ya que cada vez hay más gente a la cola para ser atendida. Como este asunto viene ya de muchos años atrás, podemos decir que el mayor déficit estructural de la sanidad asturiana estriba en las largas listas de espera, con resultados trágicos en algunos casos. Parece que nos hemos acostumbrado a ello y perdimos la capacidad de asombrarnos, como si fuese un rasgo inherente al sistema.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el consejero dijo que hay diferencia entre unas comunidades y otras; trajo a colación que durante el fin de semana hubo una multitudinaria manifestación en Madrid en contra del intento de privatización, y afirmó que el gasto sanitario destinado a conciertos con empresas es en Asturias del 5%, mientras que en Madrid es del 8,9%.

Entiendo que el Principado no podía quedar atrás en el pulso entre PSOE y PP, con la comunidad de Madrid por el medio, pero el rigor siempre es bueno, aún en polémicas desbordantes de sectarismo. Hemos conocido muchos casos de privatizaciones en la democracia. El sector público vende una empresa que compra la iniciativa privada. Todavía no se vendió ningún hospital ni centro de salud en toda España. Otra cosa es que haya más relación entre el sector público y el privado en Madrid que en Asturias, derivando muchos más pacientes a éste último. Aquí viene a cuento la frase atribuida a Deng Xiaoping, aunque es de Confucio, y que tanto le gustaba a Felipe González: «Gato blanco o gato negro da igual, lo importante es que cace ratones». Si la demanda supera a la oferta, es mucho mejor incrementar la concertación que reducirla. A un paciente que lleva más de dos años esperando por una operación de cataratas, le importa una higa si le opera un funcionario o un ‘privado’. Por cierto, solo en el País Vasco y en Melilla esperan menos tiempo por una operación que en Madrid.