La secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera, dejó clara su postura sobre las pretensiones del lobby que respalda al Corredor Mediterráneo de concentrar las inversiones en ese sector, por ser más rentable económicamente. En su día, el presidente de Ferrmer, una asociación que presiona a favor del citado corredor, afirmó que no tiene sentido invertir en líneas que comunican con Galicia y Asturias, ya que no tienen tráfico para cumplir objetivos medioambientales (reducir sensiblemente las emisiones de gases de efecto invernadero). En conclusión, todos los recursos para el Mediterráneo. Además de consideraciones económicas y técnicas, no cabe duda de que la decisión sobre la localización de las inversiones tiene un fondo político. Pardo de Vera lo expone bien al señalar que la estrategia de dar un trato claramente prioritario al Corredor Mediterráneo supone agrandar la brecha entre el este y el oeste. La secretaria de Estado recordó que los corredores forman parte del proyecto de país.
La política de infraestructuras de transporte tiene un gran contenido territorial. Beneficia o relega a las regiones en función de las inversiones. Es cierto que se deben atender las zonas más pobladas y con economías más prósperas, porque la inversión privada necesita el complemento de la pública que tiene otros contenidos. Sin carreteras y ferrocarriles que incorporen todas las novedades relacionadas con las modalidades de transporte, la iniciativa privada se inhibe. Ahora bien, la cohesión territorial es un objetivo igualmente importante. Lo que pasa con el ferrocarril de Extremadura es una vergüenza y lo que sucede con varias infraestructuras asturianas, lo mismo. El noroeste puede quedar descolgado del desarrollo económico español si el Estado se inhibe de dotarlo de la misma manera que hizo con el este del país. El ejemplo de lo que ocurre con las länder alemanes del Este es aleccionador. Treinta y tres años después de la reunificación alemana, siguen siendo los territorios con menor renta per cápita, más despoblados y con menor nivel educativo. Aunque durante los últimos ocho años se hizo un esfuerzo de igualación con las inversiones, si exceptuamos a Sajonia, constituyen la retaguardia del país.
No solo hay que desarrollar el Corredor Atlántico por una cuestión de justicia, sino por eficacia económica. Es mucho más caro gastar en sostener que invertir en desarrollo. El este será más rico si el noroeste es menos pobre.