El próximo jueves, día 1 de diciembre, la consejera de Hacienda, Ana Cárcaba, registrará en la Junta General del Principado el lápiz de memoria con el proyecto de presupuestos para 2023. El 30 de diciembre deberá ser ratificado en el pleno de la Cámara, si supera el trámite parlamentario.

En el debate sobre el estado de la región, Adrián Barbón anunció que empezaría la negociación, sin dilación, del proyecto de cuentas regionales. No había acabado la primera quincena de septiembre y el presidente avisaba de que se adelantaría la negociación presupuestaria tres o cuatro semanas con respecto a otros años. La razón del anticipo no era otra que ganar tiempo para negociar tranquilamente y poder aprobar las cuentas con una cierta holgura en el calendario, rompiendo con la imagen de convertir los presupuestos asturianos en un acto festivo más del fin de año.

De poco sirvió madrugar porque hasta el penúltimo día del año no sabremos si hay presupuesto. Toca preguntarse sobre qué ocurrió para estar dos meses y medio negociando el borrador de las cuentas. ¿Cómo se puede estar setenta y cinco días dando vueltas a las partidas presupuestarias?

Insólito

La respuesta es tan insólita como cierta: no hubo negociación. Al menos, si se entiende por negociación un proceso de discusión sobre las cuentas, donde se rebajan o inflan las partidas, se realizan mutuas concesiones y se tratan de fijar condiciones mínimas para dar el visto bueno.

Descartando al PP y a Vox, que nunca estuvieron para los socialistas en el grupo de posibles candidatos a consensuar las cuentas, no hubo ningún partido que tuviera más de tres encuentros formales con Gimena Llamedo, Ana Cárcaba y Dolores Carcedo, la tripleta socialista encargada de armar una mayoría parlamentaria en torno al proyecto. De media sale una reunión cada 25 días con el grupo que más se vieron las caras. Hubo una cifra imprecisa de conversaciones de cafetería, entre dos o tres personas, donde cada uno volvió sobre sus obsesiones, pero nada importante.

Es relevante la escasez de rondas negociadoras en un Gobierno que tiene sus más firmes raíces en las comarcas mineras, escenario de legendarias negociaciones donde se pasaba del día a la noche y vuelta al día sin abandonar la mesa. Nadie contabilizaba las horas de bar.

Borrador

No se puede hablar de negociación porque las tres dirigentes socialistas en ningún momento mostraron el borrador de las cuentas a sus interlocutores. Todo el tiempo se habló en el aire. Es imposible apostar por destinar más dinero a la atención primaria o a la reparación de carreteras si no se sabe de qué cifra se parte. Es más, cuando se conozca el proyecto ningún partido de la oposición podrá alardear de haber introducido tal partida al desconocer cuál era la base de la que se partía. Imagino que será el propio presidente, Adrián Barbón, el que impondrá medallas reconociendo lo que luchó tal grupo por una cosa y el mérito que tiene tal diputado por introducir mejoras en otra cuestión.

Los grupos que participaron en el proceso (Ciudadanos, Podemos, IU, Foro, Grupo Mixto) se limitaron a hacer peticiones puntuales, de poca monta económica o de ninguna. Dependiendo de la experiencia, hicieron aportaciones interesantes o huecas. También jugaron a neutralizar a sus rivales: Ciudadanos impidió que se subieran los impuestos e IU logró que no se bajaran.

Supongo que lo más parecido a una negociación se habrá producido en el interior del Gobierno y del partido al distribuir los recursos por consejerías y concejos. También hay una cuestión de preferencias, hay quien piensa en el Gobierno que es mejor la unión de las izquierdas (PSOE-Podemos-IU) y quién ve más interesante la entente con Ciudadanos.

Hablando de Ciudadanos, un grupo en trance de desaparecer y dar paso a individualidades, es curioso el entramado de relaciones en el que se mueve con el Ayuntamiento de Oviedo y el Principado. No es solo el renacer de La Vega, ahí está el exitoso proyecto de El Vasco, la mayor inversión privada de Asturias en bastantes años, al lado de la calle Gascona, ayudando a formar todo un ‘hub’ de sidrerías que da mucho trabajo a camareros y gerentes.

Volvamos al principio. ¿Para qué dos meses y medio de negociación sin negociar, cuando todo se podría haber atado en dos días, dada la debilidad de los potenciales aliados del Gobierno? ¿Por qué esperar al 30 de diciembre cuando se podía haber concluido a primeros de octubre?

La razón está en la tramitación de los proyectos de ley de Empleo Público y de ley de Calidad Ambiental. Son dos normas claves para el Gobierno que necesita aprobar en este mandato. Si se hubiesen registrado antes los presupuestos en la Cámara, se interrumpiría automáticamente la tramitación de los dos proyectos y no habría tiempo de aprobarlos antes de la convocatoria electoral. Son dos leyes complicadas y el anteproyecto de la Calidad Ambiental no se confeccionó con la mejor técnica legislativa. A estas alturas, de más de 80 enmiendas, solo se vieron 17.

Podemos

En esto de los tiempos hay gente que va a su bola, por ejemplo el grupo parlamentario de Podemos. El pasado jueves se sentó por primera vez a negociar con el Gobierno. Todo lo que digan o propongan no entrará en el lápiz de memoria. Es un documento cerrado que ya conocen los altos cargos. Prometieron que no se iban a levantar de la mesa de negociación y cuando se sientan ya está todo el pescado vendido.