Ovidio Zapico, coordinador general de IU en Asturias y previsible candidato a la Presidencia del Principado, desgrana los logros alcanzados en la negociación presupuestaria: impedir bajadas de impuestos, consignar una partida para echar a andar la reciente norma de garantías de derechos y prestaciones, elevar por encima del 20% los recursos destinados a Atención Primaria dentro del conjunto del gasto sanitario (excluyendo farmacia), etcétera. Son objetivos modestos, pero ajustados a la correlación de fuerzas existente entre el Gobierno socialista y los grupos pequeños de la oposición. No está en condiciones de lanzar órdagos o plantear exigencias de obligado cumplimiento porque con Adrián Barbón quieren pactar todos los grupos menos PP y Vox. El Gobierno está fuerte y la oposición, atomizada y débil.
Ningún partido político conoce al PSOE como IU, tras muchos años de acuerdos y siete de gobernar en coalición. Los planteamientos de máximos, como los que hizo Podemos en el pasado (red escolar de cero a tres años gratuita), no tienen la menor probabilidad de prosperar en el actual contexto. IU ha decidido que es mejor llegar a acuerdos con los socialistas que constatar desavenencias y fiarlo todo a las denuncias parlamentarias sobre «la derechización del Gobierno» (latiguillo muy usado en el pasado). El plan de IU pasa por convertirse tras las elecciones en partido necesario para formar un gobierno de la izquierda semejante a la coalición que gobierna España. No es fácil alcanzar ese objetivo, porque tiene que ganar músculo parlamentario; siguiendo la vía del enfrentamiento tampoco existe certidumbre de mejora.
En IU se ha producido un cambio notable sin que tuviera reflejo en los medios. En las elecciones de 2015, el discurso de Alberto Garzón era el más radical del espectro político. Pablo Iglesias le quedaba a la derecha. En la actualidad, la figura de referencia para IU es la vicepresidenta Yolanda Díaz, que dentro de Unidas Podemos se sitúa a la derecha de Irene Montero, con un discurso transversal, ajeno al radicalismo. Este cambio en la organización asturiana ha sido más profundo porque tienen una mayor experiencia institucional. Las perspectivas electorales son muy complicadas para el espacio a la izquierda del PSOE. Pedro Sánchez jamás da muestras de desaliento y en Asturias Barbón es un presidente sin alternativa. Pese a ello, seguro que hay escaños vacantes esperando a una izquierda que haya aprendido de sus errores.