El Comité Ejecutivo del PP asturiano votó por unanimidad a favor de que Diego Canga sea el candidato a la Presidencia del Principado. Pronto se va a repetir este trámite en el Comité Ejecutivo nacional. Las formalidades son muy importantes en la política, pero las veo innecesarias cuando no responden a una decisión real. En la práctica el presidente del PP tiene la potestad de elegir los candidatos a presidir las comunidades autónomas. Debe hacerlo sin más ropajes. Ningún candidato va a perder las elecciones autonómicas por el procedimiento interno que se haya seguido para nombrarlo. Y viceversa. Por ejemplo, el PSOE es el único partido que elige candidatos por el método de elecciones primarias. Hay otros grupos que organizan primarias, pero es tan burdo todo lo que hacen que no merece la pena perder el tiempo en describir carnavaladas. Pues bien, Pedro Sánchez ganó las primarias con amplio margen. Sin embargo, en las cuatro elecciones generales en que participó como candidato obtuvo cuatro de los seis peores resultados cosechados por el PSOE desde 1977. Una cosa es el escrutinio militante y otra el voto de toda la sociedad.
Álvaro Queipo, secretario general del partido, ha dicho que Canga había generado «un torrente de ilusión». Es fácil de entender que así haya sido, porque el PP asturiano estaba metido en un callejón sin salida, barajando los nombres de siempre, que conducirían a las derrotas acostumbradas. Decían que había cantera, pero no se atrevieron a decir los nombres de esos mirlos blancos. Canga genera una expectativa, no ya para un partido que está noqueado después de los repetidos fracasos, sino para el espectro social de la derecha que se sintió tantas veces defraudado por los políticos que le representaban. Queipo adelantó que el candidato tendrá un «amplio margen» para configurar la candidatura autonómica, aunque no han hablado de listas. Vamos a ver, dado todo lo que pasó en el PP, el candidato debe tener absoluta capacidad de decisión sobre la candidatura. Si quiere ganar tiene que dar la vuelta al calcetín. No se pueden repetir los errores. Tiene que entrar gente distinta en los primeros puestos de la lista, con la que se sienta cómodo el candidato. Para algunos se acaba el plan de empleo, pero la vida es muy dura con los que pierden. En los seis meses que restan para los comicios, Canga debe mandar mensajes inequívocos y para ello es preciso reconducir la acción parlamentaria. No se puede pretender desde el inmovilismo que la sociedad cambie de voto.