La precampaña electoral en Asturias quedó inaugurada el día en que el PP dio a conocer la identidad de su candidato a la Presidencia del Principado. Hay algunos partidos que todavía no han dicho quién será el cabeza de cartel y otros que en el último trimestre han mostrado sus cartas. El primero fue el PSOE, con Adrián Barbón, pero en este caso se trataba más de una confirmación de lo ya sabido que de una noticia. Otros partidos eligieron candidatos con primarias, sin primarias y desde el dedo del poder, sin que se levantara el más mínimo revuelo. La política asturiana imita el giro del tiovivo, donde en cada vuelta aparecen los mismos personajes, con repetidos argumentos ante una población envejecida que ya los votó a todos, o a casi todos, por lo menos una vez. En un escenario continuista, cuando se esperaba que el PP tirara de cantera, la opción de Diego Canga ha revuelto el patio de la política regional, hasta el punto de habernos instalado ya en precampaña electoral.
El candidato del PP comparecerá por primera vez en público el próximo sábado en la Universidad Laboral, acompañado de Pablo González, presidente de la Junta Local de Gijón. Debe de ser la primera vez, o una de las primeras veces, que el candidato popular a presidir la comunidad autónoma no inicia su andadura en Oviedo, sino en Gijón. Conozco la importancia administrativa, política, judicial y académica que tiene la capital, pero en una democracia lo que cuenta son los votos. El electorado gijonés es mayor que el de Oviedo y Siero juntos, por citar el segundo y cuarto municipios más poblados. La razón principal del fracaso del PP en las elecciones autonómicas es la débil implantación en los grandes núcleos industriales. Si la izquierda gana en Gijón, Avilés, Siero, Mieres y Langreo se puede concluir que vence en la región. La participación de Canga en el acto del sábado bien pudiera estar movida por esta reflexión.
Puede parecer elemental el planteamiento realizado, pero en el PP regional nunca estuvo suficientemente claro. El mejor ejemplo está en lo que ocurrió en las elecciones generales de 2008. Gabino de Lorenzo llevaba ganadas cinco elecciones municipales en Oviedo y se animó a probar fortuna en las elecciones generales. Dijo que llevaba el mejor equipo y resulta que, al final, un abogado llamado Álvaro Cuesta con residencia en Madrid le ganó por 30.000 votos de diferencia. El alcalde ovetense ni se acercó a la capital a recoger el acta de diputado. Dolorosa lección.