Las especulaciones sobre el ferrocarril en Asturias desbordan todo lo conocido en su día con autovías y carreteras. El plan de cercanías no sirve ya ni como documento orientativo, dado el mínimo volumen de inversión ejecutado cuando faltan tres años para finalizar el periodo señalado para realizar las actuaciones. En la alta velocidad de Madrid-Gijón la distancia entre lo previsto y ejecutado se mide en décadas. Ahora el discurso oficial, con el Ministerio de Transportes y el Principado haciendo piña, dice que con la entrada en vigor de la variante de Pajares la alta velocidad llega a Asturias. Es cierto que llega, pero se queda en Campomanes y a partir de ahí el medio de transporte para llevar a los viajeros a Oviedo y Gijón es el ferrocarril del siglo XX. El nuevo plazo para que la variante entre en funcionamiento es el primer semestre de 2023, con lo que es probable que la inauguración sea en verano. La espera fue interminable, pero ahora, salvo gran sorpresa, la diferencia puede estar en un mes arriba o abajo.
La alta velocidad sigue teniendo como cuestión pendiente lo que va a pasar con el tramo de Campomanes a Gijón. En la actualidad un convoy Alvia hace los los 62 kilómetros de trazado en 58 minutos. Una máquina preparada para ir por encima de los 200 kilómetros por hora logra una media de 64,8 km-hora. Una auténtica tomadura de pelo, el tramo más lento de la red Ave en España. El Gobierno advirtió a la Comisión Europea que no tenía previsto convertir el tramo Campomanes-Gijón en línea AVE antes de 2030. Como algo había que poner en el documento donde se plasman las previsiones de la Red Transeuropea de Transporte, pactaron Bruselas y el Ministerio de Transporte una modernización de la línea para que pasen trenes hasta 200 o más kilómetros por hora.
A partir de ahí empieza la especulación gratuita. Para mantener la línea Gijón-Palencia en el corredor Atlántico hay que cumplir ciertos parámetros técnicos, por eso se establece que los trenes vayan a 200 por hora entre Campomanes y Gijón, entre otras novedosas mejoras. Una cosa es lo que pone el papel y otra muy distinta lo que de verdad va a hacer el Gobierno y hacia dónde van a ir dirigidas las subvenciones de la Unión Europea para la red básica de transporte. No hay un solo indicio que permita albergar la esperanza de que se vaya a abordar una reforma en profundidad de los 62 kilómetros más lentos del mapa Ave. Sirve de ejemplo la variante de Villabona: tres años de estudios y ahora lleva diez meses paralizada a petición del Principado.