Izquierda Unida puso término a las reuniones abiertas que hizo por Asturias, en los últimos meses, con una convocatoria en Castrillón. Aparte de fuerzas sindicales acudieron miembros de pequeñas formaciones a la izquierda del PSOE. También asistieron representantes de Podemos, pero no estuvo el núcleo duro del aparato representado por la lideresa, Sofía Castañón, y la responsable de organización, Alba González. IU tiene tres cosas claras: la candidatura autonómica tiene que estar formada por personas de distinta procedencia dentro del espacio existente a la izquierda del PSOE, IU debe entrar en el Gobierno que se forme después de las elecciones, y no van a repetir la experiencia de hacer una candidatura con Podemos, que es tanto como dar por finalizada la experiencia de Unidas Podemos. Recientemente Sofía Castañón había declarado que querían intensificar las relaciones con IU, pero la gente de IU no quiere tener más relaciones bilaterales con el partido morado.
Hasta que se presenten las candidaturas a los comicios seguro que se realizarán muchas conjeturas sobre cómo se organizará electoralmente el espacio ocupado por partidos que se sitúan ideológicamente a la siniestra del PSOE. Los malos entendidos surgen de forma espontánea porque utilizan discursos semejantes, comparten mesas de debate y hasta el otro día (Pablo Iglesias de jefe máximo) las cúpulas madrileñas de ambos grupos tenían una misma hoja de ruta, que pasaba por formar un amplio movimiento en el que se disolverían las dos organizaciones. Los reveses electorales (en cada cita a las urnas sacan menos votos que en la anterior) les hizo abandonar la estrategia del «sorpasso» (sacar más votos que el PSOE) y se centraron en objetivos más modestos como mantener una cuota parlamentaria mínima.
Los resultados obtenidos cuando concurrieron bajo una misma marca a las urnas fueron desmoralizantes. En las elecciones generales de diciembre de 2015, yendo cada uno por su lado, sacaron un millón de votos más que seis meses más tarde (junio 2016) en que concurrieron juntos bajo la marca de Unidas Podemos. Quedó comprobado que unir las dos siglas resta, no suma. La reciente experiencia en Andalucía fue catastrófica. En la actualidad, en Asturias, cuando alguien habla de Podemos hay que preguntar al interlocutor a qué sector se refiere. Al que apoya a la ganadora de las primarias, Covadonga Tomé, o al aparato que no mueve un dedo a su favor. Hay episodios del pasado que carecen de sentido volver a vivir.