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Juan Neira

LARGO DE CAFE

DRAMA EN SIETE ACTOS

Cuando al año le faltan días para acabar y a las elecciones semanas para llegar, es un buen momento para preguntarse cómo les fue a nuestros políticos, grandes protagonistas de la actualidad regional, en la última legislatura.

Del parte de altas y bajas se deduce que fue más bonancible el viaje para los que gobiernan que para los que se oponen, haciendo bueno el famosísimo aserto de Giulio Andreotti, «el poder desgasta al que no lo tiene». Con una rápida mirada se observa, que, salvo sorpresa, Adrián Barbón va ser el único candidato a la Presidencia del Principado de 2019 que repetirá al frente de la lista en los comicios de 2023. Los otros siete cabezas de candidatura no se presentarán a las elecciones del mes de mayo. Un drama en siete actos.

Bajas

Las bajas se empezaron a producir muy pronto, casi en la misma noche electoral, cuando Carmen Moriyón, candidata de Foro, anunció que no iría a recoger el escaño, asumiendo el batacazo electoral. Sustituida Moriyón por Pedro Leal, las desavenencias internas hicieron que Foro se convirtiera en una formación con dos diputados, de los que solo uno es reconocido por la dirección del partido. Es decir, en la práctica, con un solo diputado se puede crear la ficción de formar grupo parlamentario. Otra aportación asturiana al parlamentarismo.

Unas semanas más tarde, antes de la sesión de investidura, Juan Vázquez, candidato de Ciudadanos, renunció al escaño. El exrector de la Universidad de Oviedo, siempre atento a las oportunidades que concede el destino, aprovechó la dimisión de un eurodiputado catalán para identificarse con su causa. Había llegado a la conclusión de que no podría alcanzar la Presidencia del Parlamento, plan ‘b’ tras el mediocre resultado electoral, y como había desembarcado en la política «para gestionar», se fue a su casa.

Ciudadanos siguió podando líderes. Laura Pérez Macho, que había sustituido a Vázquez, también dejó de ser diputada, pero ella no necesitó buscar lejanos pretextos: el aparato del partido le quitó la portavocía y la apartaron de las comisiones parlamentarias. En una demostración de dignidad, declaró, «si no me dejan hacer política y parlamentarismo para los asturianos, no voy a seguir cobrando un sueldo». Hablando de salarios, Moriyón, Vázquez y Pérez Macho compartían una característica: los tres tenían un trabajo que les estaba esperando.

Tampoco aguantó Teresa Mallada los cuatro años de dura travesía en el desierto. Califico así este tiempo porque el PP lleva ya veinticuatro años en la oposición (en el otoño de 1998, el presidente Marqués tuvo que refugiarse en el Grupo Mixto, tras haber sido suspendido de militancia). Veinticuatro años sin tocar poder convierten a la política en un predio yermo.

Pasar página

La expresidenta del PP llegó con tanta fuerza como escasa fortuna. Había alcanzado el cargo a través de las gestiones realizadas por Belarmino Feito -a la sazón presidente de la Fade- ante Casado y el otrora omnipotente Egea. Con ella al frente de la candidatura, el PP volvió a repetir el peor registro: diez escaños.

Desde Génova siempre la contemplaron con desconfianza. La táctica de alabar a los jefes no le sirvió de nada. El mandato de Mallada se convirtió en fallido por exceso de conflictos y ausencia de consenso. El presidente Barbón, que algo conoce de aparatos partidarios, siempre le preguntaba cuándo se iba a celebrar el congreso del PP asturiano. Tuvo que dejar el cargo y el congreso sigue aplazado. Con Diego Canga de candidato a la Presidencia del Principado, el PP regional pasa la página de Mallada.

Cuando se llevaba poco más de un año de legislatura, Lorena Gil, la candidata de Podemos, se despidió del Parlamento. Sorpresa absoluta. Realizó una extensa declaración sin decir por qué lo dejaba. La alusión más concreta estaba en «cada vez son más los obstáculos». ¿Cuáles? ¿Quién se dedicaba a obstruir su trabajo?

Hermetismo

En la legislatura de 2015 a 2019 había pasado lo mismo con el candidato Emilio León. Abandonó sin explicitar las razones. Dos personas con cualidades para la política, que pidieron el voto con convicción, se marcharon sin explicación. No se puede tratar así al electorado. Hablaban de transparencia y se despidieron envueltos en hermetismo.

Tras Lorena Gil hubo más cambios en Podemos, al hacerse con el poder Sofía Castañón. Volvió a tronar la voz de Rafael Palacios en la Junta General del Principado, como portavoz. Ahora ganó las primarias Covadonga Tomé, pero no se sabe si llegará a las urnas. ¿Todavía están vigentes los obstáculos de Lorena?

Ignacio Blanco, el mejor parlamentario de la oposición, aprovechó la fraternidad navideña para anunciar que deja el escaño. Aludió a razones personales, familiares y laborales. Nunca entendí cómo los ciudadanos que tienen un despacho profesional abierto pretenden dedicarse a la política. Es una aventura que siempre acaba mal. Blanco no tiene relevo en Vox, pero deja una enseñanza para toda la derecha asturiana: un diputado, sin medios, pero con inteligencia y valentía, puede poner en jaque al Gobierno.

En IU todavía no tomaron una decisión, pero todos apuntan al relevo de Ángela Vallina por Ovidio Zapico. IU es un caso inusual de compaginar escasa cuota parlamentaria con estabilidad interna. Tras años de peleas con Alberto Garzón, la pacificación de la organización asturiana es una realidad. Y tienen una sorpresa reservada para las elecciones municipales.

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por JUAN NEIRA

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