En el PP regional se han aplazado las cuestiones orgánicas durante mucho tiempo, así que recién llegado Diego Canga al puente de mando hay que tomar decisiones importantes sin dilación. Un día quedó confirmado el liderazgo interno de Álvaro Queipo; unas fechas más tarde se cesa a Teresa Mallada como portavoz parlamentaria poniendo en su puesto a Beatriz Polledo, y, de cara al cartel electoral, el segundo puesto de la candidatura será para Pilar Fernández Pardo, formando dupla con Canga.
La primera medida del candidato autonómico del PP, tras aterrizar en Asturias, fue ampliar el Comité Ejecutivo con treinta nuevos miembros. Entre ellos estaba Pardo, que de esa forma retornaba a la política activa diez años más tarde de haberla abandonado. Yo pensaba que volvía para retomar la tarea donde la había dejado: el Ayuntamiento de Gijón, donde fue concejala durante 14 años. La vuelta de Carmen Moriyón, ya confirmada, y el retorno de Pardo, suponían la recuperación de la oferta electoral de la derecha en 2011: la única vez en la etapa democrática que los grupos de la derecha tuvieron mayoría en el Consistorio gijonés. En aquella ocasión, Pardo jugó un papel clave al desobedecer a la dirección nacional del PP (Ana Mato) y votar por Moriyón para alcaldesa en la constitución del pleno.
Quizás pensando en que segundas partes nunca fueron buenas, Pardo eligió el escaño de la Junta General del Principado, algo que está asegurado al ir de número dos de la candidatura del PP en la circunscripción central. Toda decisión tiene un coste de oportunidad, en este caso supone mejorar las expectativas electorales de Foro (Moriyón) en los comicios municipales de Gijón.
Aunque siempre se asocia a Pardo con la política gijonesa, lo cierto es que tuvo otros cometidos, como diputada nacional y senadora. Los compatibilizó con su papel de portavoz municipal. Esa doble tarea institucional, muy propia de la política francesa, siempre me pareció que suponía asumir unas responsabilidades a costa de otras. Más significativa fue su incursión en la actividad orgánica, como vicepresidenta regional del partido. Ovidio Sánchez olfateó el peligro y la hizo vicepresidenta, con Juan Morales, como adjunto a la Vicepresidencia. Cuatro años más tarde (2008), ambos constituyeron el sector crítico frente a Ovidio en el congreso del PP. Al final, Pardo se retiró porque Morales iba ser el líder de los críticos. Ahora tiene la ocasión de demostrar que, en esta ocasión, ir de número dos es un acierto.