Paloma Gázquez volvió a pedir el cese de Pardo de Vera, secretaria de Estado de Transportes, porque era presidenta de Adif cuando se gestionó el encargo de los treintaiún trenes destinados al tráfico de cercanías en Asturias y Cantabria. Tras diez días de silencio negligente, entramos en la fase de pedir dimisiones. Las dos cabezas que ofreció la ministra, Raquel Sánchez, parecen poca cosa y por un mínimo de orgullo regional (el que faltó a toda la clase política asturiana tras leer la noticia en EL COMERCIO), se quieren cobrar piezas de caza mayor. Pardo de Vera lo es, sin duda. Si los políticos asturianos deciden entrar en una puja para ver quién es más combativo por su tierra, hay que ir de frente a por toda la cúpula de Transportes; y si se ponen necios, se trepa por el organigrama del Gobierno hasta la cúspide. Ahora bien, si se renuncia a los fuegos artificiales, procédase con objetividad.
Gázquez señala a la expresidenta de Adif, pero se olvida de Renfe, que es la empresa pública que tuvo un papel más relevante en el encargo fallido. La única razón de depurar Adif y exonerar a Renfe no está en las empresas, sino en Pardo de Vera. Un dato: en el entorno del presidente de la Xunta se barrunta que la actual secretaria de Estado puede encabezar la candidatura de los socialistas en las próximas elecciones. Todo lo relacionado con Galicia ha cobrado mucho más valor en el PP desde que lo preside Feijóo. A ello hay que sumar las desafortunadas actuaciones que tuvo Pardo de Vera en su visita a Asturias. Al explicar los enormes retrasos de la variante de Pajares, cargó todas las culpas sobre los años en que gobernó Rajoy. Ni una palabra de Zapatero, que tras quedar calados los túneles se pasó dos años sin mover una piedra. Tampoco de Sánchez, que pronto cumplirá cinco años equipando los túneles. Un relato, el de Pardo de Vera, que convence a los adultos que todavía se emocionan jugando a vaqueros e indios. La secretaria de Estado entró en una disputa que debería haber evitado, porque no era necesaria para explicar los retrasos de la variante. La número dos del ministerio sabe que la clave está en la escasa inversión de los gobiernos por no ejecutar las partidas presupuestadas.
El Gobierno está obligado a depurar responsabilidades, pero vocear nombres desde Asturias por intereses de partido, sin haberse enterado de la fiesta hasta que Revilla puso el grito en el cielo, resulta patético. Sí, el PP, como partido líder de la oposición, perdió una gran oportunidad. Otra vez será.