Esta tarde tendrá el presidente del Principado, Adrián Barbón, una reunión inusual con la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, centrada en la red de cercanías de ancho métrico. La califico de inusual o atípica, porque a la cita también acudirá el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla. No es habitual que un ministro negocie con dos presidentes autonómicos a la vez, pero se va a proceder así porque la temática es compartida: el fiasco de los trenes que no cabían por los túneles asturianos y cántabros. En principio una reunión caliente por el asunto a tratar y la expectativa levantada. Hay cuestiones concretas que no cabe resolver creando comisiones de seguimiento porque serían vistas como un subterfugio para aplazar las medidas. Va a ser, sin duda, la reunión más importante del presidente Barbón en la legislatura.

Desde que estalló el escándalo se habló de muchas cosas relacionadas con las vías y el material rodante de la antigua Feve. Voy a referirme a algunas que han nombrado instituciones y entes concernidos (Ministerio de Trasportes, Adif, Renfe, Principado, Gobierno de Cantabria): ceses, número de trenes, plazos, compromisos de inversión en la red.

En la cuestión de los ceses la ministra tiene, teóricamente, más autonomía porque los posibles destituidos solo dependen de su decisión. Sin embargo, en la práctica, fue ella misma la que elevó el listón dando a entender que cortaría cabezas sin reparar en el rango jerárquico. En otras palabras, no cabe repetir la operación de cargarse a dos anónimos jefes de Renfe y Adif. Los ceses en los escándalos políticos tienen que guardar una proporción con la convulsión social originada. Si se resiste a desprenderse de directivos que están en la cúspide de los organigramas pasará a ser ella la que quede en la cuerda floja. La cuestión de los trenes no se puede zanjar con los 21 apuntados para Cantabria y cuatro más de los que ya había planeados para Asturias. El material rodante de la antigua Feve es el causante de repetidos accidentes. La renovación es una necesidad imperiosa para mantener los servicios, cosa que ahora ya no es posible, anulándose viajes un día sí y otro también, pero por encima de esa consideración está la seguridad de los viajeros y el personal de la empresa. Dado lo ocurrido con el encargo fallido, el plazo para entregar los nuevos trenes se debe decidir bajo una premisa: el pedido más urgente de Renfe. Prioridad entre prioridades. El plan de cercanías acaba en 2025. En dos años tienen que hacer lo que ‘olvidaron’ los seis anteriores.