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Juan Neira

LARGO DE CAFE

UN DÉFICIT LACERANTE

La necesidad de médicos, un déficit que comparten todas las regiones, resulta más lacerante que el de cualquier otra profesión por la función que realizan. Hace muchos años las facultades de Medicina optaron por el numerus clausus, limitando drásticamente el número de los nuevos licenciados. El déficit se debe a dos razones, la reducción de la oferta de plazas para cursar la carrera y las convocatorias para Médico Interno Residente (MIR) que no permiten formar al suficiente número de profesionales para determinadas especialidades. Entran pocos alumnos en la facultad y salen escasos especialistas del hospital. El problema creció entre la indiferencia de las autoridades académicas y el lobby de la sanidad.

El Gobierno ha querido mejorar la situación aumentando el 15% las plazas. Para ello presupuestó 15.000 euros para gasto corriente y 40.000 para inversiones por cada plaza. El objetivo era contar con 1.200 plazas más en toda España para hacer frente a un déficit anual de mil facultativos. La Universidad de Oviedo asumió el objetivo, pero al concretar, el incremento quedó en el 10%, pasando de 150 a 165. El rector dijo que no tenían capacidad para más.

Para tratar este asunto es preciso introducir otro dato interesante, como es la diferencia entre los alumnos que quieren estudiar Medicina y los que la Universidad de Oviedo acepta. Para las 150 plazas ofertadas este año se entregaron 4.657 solicitudes. Una distancia tan abismal permite decir que los jóvenes con vocación médica deben pensar en hacer las maletas para instalarse en otras geografías: leyendas urbanas. En todas las actividades, un exceso de demanda se corrige con un incremento de la oferta. Aquí no rige esa pauta porque el oferente tiene monopolio en el territorio y no obtiene ningún beneficio por corregir el desfase. Al contrario, sólo ganaría quebraderos de cabeza. Hace una docena de años, la Facultad de Medicina ofrecía 120 plazas. Empezamos unos y otros a incordiar y subió a 150. La institución siempre por detrás de las necesidades sociales. En todo esto hay una cosa que me pasma: la pasividad del Principado. Ni al presidente ni al consejero de Ciencia, Innovación y Universidad les preocupa el asunto. A la oposición, tampoco. Estamos en una región tan de viejos, que la educación, desde Infantil a la Universidad, no existe en el debate parlamentario. Olvidaba lo mejor: toda la actividad universitaria la pagan las familias (impuestos) que luego mandan sus hijos a estudiar fuera.

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por JUAN NEIRA

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