La presidenta de la Fade ha realizado unas declaraciones sobre la próxima legislatura asturiana, a los diez días de celebrarse las elecciones. Del reparto de escaños, María Calvo deduce que «ha vuelto el bipartidismo», y pide que la nueva correlación de fuerzas entre la izquierda y la derecha tenga reflejo en la gobernabilidad de la región. Puestos a concretar, demanda que haya pactos sobre «las materias esenciales e imprescindibles para el futuro de Asturias», y que las fuerzas políticas que están en los extremos no condicionen el rumbo del mandato. De las urnas salió una aritmética parlamentaria que es insoslayable, definida por la mayoría absoluta de la izquierda. Bien es cierto que, PSOE y PP, con treinta y seis diputados, pueden decidir sobre cualquier cuestión. El problema es que no estamos en una época de convergencia entre los grandes partidos, ni en Asturias ni en España, sino al contrario, liderando ambas formaciones políticas dos bloques enfrentados. Hace mes y medio ocurrió un hecho excepcional, prestando el PP apoyo al Gobierno para reformar la ley del ‘sólo sí es sí’; la portavoz del PSOE, Pilar Alegría, restó toda importancia a la operación diciendo que se limitaba a meros cambios semánticos. Sienten vergüenza cuando pactan.
Asumido el contexto, digamos que la llamada, política de Estado, a la que se refiere María Calvo cuando habla de los asuntos «imprescindibles y esenciales», debe llevarse a cabo con el respaldo de los dos grandes partidos. Si hay consenso entre todos los grupos, mejor, pero, como mínimo, PSOE y PP deben estar de acuerdo. No se puede volver a repetir lo ocurrido en el anterior mandato con el Estatuto de Autonomía, cuando se quiso reformar con el apoyo de toda la izquierda y un diputado de Foro. No cabe asentar las vigas maestras de la región dejando fuera a media Asturias.
La presidenta de la Fade pidió «una política presupuestaria que no nos endeude en exceso» y donde el gasto social no impida dedicar recursos a la «inversión productiva y a la generación de actividad económica». La asignatura pendiente de los presupuestos es poder compaginar el gasto social con la inversión. Todos los ajustes presupuestarios en las comunidades autónomas se han hecho sobre la base de dejar sin ejecutar los escasos recursos aprobados para la inversión productiva. No nos podemos permitir el deterioro de las carreteras o que no haya dinero para construir la subestación eléctrica de la ZALIA. Hay que ser más fuertes para poder ser más solidarios.