El PP dio a conocer sus candidaturas en Asturias. Ya sabíamos que la primera de la lista a la Cámara Baja era Esther Llamazares y, ahora, conocemos que de número dos irá Mercedes Fernández. En el Senado el primer nombre es Pablo González y en segundo lugar irá Teresa Mallada. Lo primero que me vino a la cabeza al saber quiénes son los afortunados fue la reflexión de Diego Canga, el cinco de junio, ante la Junta Directiva Regional del PP: «No voy a pedir a nadie que se vaya, pero en la vida hay que pensar a veces en dar un paso al lado para dejar que gente más joven vaya ascendiendo». Luego fue más concreto: «Pido una reflexión a los veteranos que llevan mucho tiempo en los mismos puestos». Algo pasó entre el cinco y el catorce de junio para que los que tienen más trienios sigan copando los principales puestos de la candidatura.
No tengo ninguna aversión ante el llamado ‘político profesional’. Tengo muchos más prejuicios ante los políticos amateur que se ponen a gestionar sin saber nada de la materia. Nunca se resalta que el político aficionado está totalmente en manos de los funcionarios. Tengo un montón de anécdotas ilustrativas al respecto, algunas de gran patetismo. Ahora bien, no se puede estar diciendo todo el día que el PP tiene una gran cantera, que los jóvenes «no son el futuro, son el presente», y al leer la alineación ves que vuelven a jugar Arconada, Butragueño y Asensi.
Me llama la atención el periplo de Pablo González en el primer semestre. En enero, como presidente del PP de Gijón, dio a conocer que quería ser candidato a la Alcaldía. Una aspiración normal. En febrero, desde la dirección regional se empezó a desdeñar su nombre porque no salía bien parado en las encuestas. Cuando los aparatos hablan así, más que datos manejan bulos. Caído de la lista local, en primavera resurgió, con fuerza, en la candidatura regional. ¿Las encuestas autonómicas le eran favorables? Pablo González fue en cuarto lugar en la lista encabezada por Canga. En 2019 había ocupado el tercer puesto. Fue el único de los cuatro primeros nombres de hace cuatro años que se mantuvo en los puestos de cabeza. Y, ahora, como broche a un semestre agitado, encabeza la papeleta del Senado. Imagino que los sondeos le son favorables. Compruebo que la estrategia de Feijóo para las candidaturas es como la de Sánchez: meter a amigos y enemigos en las listas para que todos luchen por obtener votos. Uno repesca a Ábalos y el otro a Mallada. La clave es el trabajo de equipo, aunque algunos tengan que entenderse por señas.