Semana de pactos en toda España, con la mirada puesta en la constitución de los ayuntamientos. Mientras los acuerdos locales requieren de cierta urgencia, los pactos autonómicos esperan. No se deben confundir unos con otros. Adrián Barbón ofreció a IU la reedición del pacto municipal de 1979: ambas formaciones apoyarían al candidato del partido más votado. Desde IU no están por la labor, ya que tienen posibilidades de lograr alcaldías con otros aliados. Hay una cierta tensión en el ambiente porque el juego de fuerzas se ha equilibrado y no hay solo la posibilidad de ententes por la izquierda, sino también por la derecha. El ejemplo más claro es el del Ayuntamiento de Gijón, donde las derechas unidas pueden hacer alcaldesa a Carmen Moriyón. Faltan tres días para el pleno y las cosas no están tan claras como podrían estar. Hay un acuerdo entre Foro y PP, con reparto de cargos (por cierto, no me enteré de qué partido va a ser responsable del personal; por ley es el alcalde, pero casi siempre se delega) y algunos apuntes programáticos, pero la dupla Foro-PP no tiene mayoría absoluta y ninguno de los dos partidos fue el más votado. Quiero decir que aunque esté todo negociado les faltan concejales para alcanzar la Alcaldía. Suponer que Vox les va a apoyar porque Floro es muy malo, es un tanto ingenuo. Al contrario, Vox tiene la oportunidad de romper el cordón sanitario impuesto por la izquierda entrando en el gobierno municipal con cargos y programa. La facilidad que tiene la derecha para comprar los prejuicios de la izquierda es proverbial. Recuerdo una frase de Ayuso en 2021: «No permitamos que sea la izquierda la que decida quiénes pueden ser nuestros aliados». Es probable que Martínez Salvador, el político con más experiencia de Foro (tres mandatos), haya previsto este escenario; la solución pasa por entender que la derecha en Gijón está representada por tres partidos. Con dos está coja. Lo saben desde la noche electoral.
La investidura de Barbón está garantizada siempre que tenga el apoyo de la izquierda. IU ha reiterado que cerraría la puerta a la posibilidad de un presidente de derechas. En caso de un empate entre PSOE e IU, por un lado, y PP, Vox y Foro, por el otro, decidiría el voto de Covadonga Tomé (Podemos). En la actualidad no parece que haya muchas dudas, pero recuerdo cuando, en 2015, la investidura de Javier Fernández se complicaba, y los morados pensaron en dividir el voto, unos a Fernández y otros a Cherines, para mantener el empate. Al final fueron por el libro.