Santiago Abascal mitineó en Gijón ante 2.500 personas, mientras una concentración convocada por las feministas protestaba por el pacto de Foro y Vox. Al referirse al actual momento de la política nacional, marcado por los pactos entre las derechas, dijo que el PP está perdiendo demasiado tiempo para llegar a acuerdos. Puso al Ayuntamiento de Gijón como ejemplo de las alianzas que quiere Vox. No estoy seguro de que en todos los sitios se conforme Vox con gestionar los festejos de la ciudad. Una cosa es pasar a ser fuerza de gobierno, que es un salto cualitativo, y otra la realidad de lo que se gestiona. Una cosa es el trazo grueso y otra descender al detalle de los pactos. En cualquier caso, lo sustancial del paso de Abascal por Gijón estuvo en el discurso rompedor («en Asturias es donde se ve la traición del PSOE a los trabajadores») y la protesta que originó en la calle.
Cuando faltan menos de cuatro semanas para las elecciones, el punto crítico del debate electoral tiene que ver con las relaciones entre el PP y Vox. El partido de Santiago Abascal ya fue cuestionado en otras campañas, pero esta ocasión es diferente a todas las anteriores, porque la suerte de los comicios generales parece que se juega en los acuerdos de gobierno a los que lleguen PP y Vox en las distintas comunidades autónomas. La gestión de los resultados autonómicos tendrá una influencia decisiva en las elecciones generales. Nunca pasó algo igual. Vox es descalificado por antidemocrático. Plantea algún asunto de imposible aplicación, como acabar con las comunidades autónomas. La Constitución señala un procedimiento tan exigente para acometer una modificación de esa envergadura, que no habrá manera de llevarla a cabo. Rechaza la Unión Europea. Visto lo del ‘Brexit’, es muy aventurado pensar que en una coyuntura determinada no haya una mayoría favorable a salir de la UE, aunque hoy por hoy parezca descabellado. Sin embargo, otros partidos quieren acabar con la integración territorial de España y nadie protesta; al contrario, sin tener que matizar su ideario son socios estratégicos del Gobierno. Rusia invade Ucrania y exigen que nadie le dé armas para defenderse. Debe de ser la forma más segura de proteger los derechos humanos.
Hay dos varas de medir, una para la derecha radical y otra para la izquierda radical. Desde el año 2019 existe esa ficción. Si alguien tiene la culpa es la propia derecha, que no se atrevió a enmendar el sistema de pesas y medidas de sus adversarios.