El arranque de la XII legislatura autonómica, entendiendo por tal no la elección de los miembros de la Mesa del Parlamento, sino la sesión de investidura del nuevo presidente del Gobierno, va a coincidir con la resaca de las elecciones generales. Es probable que Adrián Barbón exponga su programa de gobierno en la Cámara asturiana cuando se estén analizando los escaños que los distintos partidos políticos habrán obtenido en el Congreso de los Diputados. Las negociaciones que llevará a cabo el PSOE con los grupos parlamentarios de la Junta discurrirán en paralelo a la campaña de las elecciones generales. Todo va a estar mezclado para confusión del público y ganancia de pescadores.

Las negociaciones sobre la gobernanza del próximo mandato se reducirán a las reuniones entre los socialistas e IU. De forma acertada, Ovidio Zapico declaró que no van a negociar condiciones o programas para la investidura. Se limitarán a asegurar que no haya un presidente de derechas, que es tanto como otorgar la Presidencia a Barbón. Tampoco harán un pacto de legislatura. Por tanto: forman parte de un gobierno de coalición o quedarán en la oposición negociando una a una todas las iniciativas que lleguen al Parlamento. Los dos miembros del Grupo Mixto podrán tener reuniones con los socialistas, pero ninguno de los dos está en condiciones de garantizar nada. La suma de los diputados del PP y Vox es superior a la alianza de los escaños del PSOE, más Tomé o Pumares.

La gran decisión del mandato no está en la alianza del PSOE con IU, que de una u otra forma puede darse por hecha, sino en la formación del Gobierno. Es oportuno recordar que la política es una actividad intensiva en capital humano. No es lo mismo tener unos consejeros u otros. Es muy importante saber lo que se quiere y acertar en las responsabilidades. No voy a suspender al Gobierno de los últimos cuatro años, porque estamos en la tierra del aprobado general y del liderazgo en sobresalientes, pero tenía claros déficit, en iniciativa política, gestión de planes y proyectos y capacidad parlamentaria. Creo que fue un gobierno diseñado desde la prioridad de la confianza política. La confianza es esencial, pero sólo con ella no se gobierna un territorio. Tampoco es preciso que reine la amistad. Siempre me pareció muy sintomático que ningún miembro del Gobierno hubiese nacido en Gijón o en Oviedo; uno solo en Avilés y cinco en las cuencas mineras (cuatro del Nalón y uno del Caudal). Tiene que haber otros perfiles para formar un gobierno solvente.