En la campaña del PSOE, el principal argumento contra el PP está basado en la hipotética alianza de Feijóo con Vox para ser elegido presidente. La investidura del político gallego estaría condicionada a la formación de un gobierno de coalición, repartiéndose los ministerios entre los dos partidos. Los acuerdos de gobiernos de coalición habidos en algunas comunidades autónomas se incluyen como elemento probatorio, en el caso del PSOE, mientras que los gobiernos del PP, en solitario o con otros socios, se muestran como elemento exculpatorio por parte del PP. En la Comunidad Valenciana o Extremadura se optó por el gobierno de coalición con Vox, mientras que en Madrid, Cantabria o Baleares el PP gobernará en solitario. En Aragón todo indica que tampoco será Vox socio de gobierno; en cuanto a Murcia, el líder del PP, Fernando López-Miras, fue ayer rechazado por segunda vez en el Parlamento murciano, gracias a la alianza de Vox con PSOE y Podemos.
Lo que sucede en Murcia tendrá un peso especial para la valoración que se haga de los pactos o desacuerdos entre PP y Vox, de cara al voto de los ciudadanos en las elecciones generales del próximo 23 de julio. Varias razones hacen pensar que será así. López-Miras fue el primer líder autonómico del PP que, sin tener mayoría absoluta, manifestó que no pactaría un gobierno con Vox. En su primera declaración advirtió que si Vox obstaculizaba su investidura habría repetición electoral. Días, o semanas, más tarde, Feijóo fijó doctrina: cuando el PP tenga más diputados que la suma de los partidos de izquierda, no entrará Vox en los gobiernos. En el supuesto de tener menos, el partido de Abascal podrá ser socio de gobierno. En resumen, cuando el PP logre más escaños que la unión de PSOE y Sumar, a Vox se le pedirá que se abstenga. En caso contrario, como hace falta su voto afirmativo, se acepte que entre en el gobierno.