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Juan Neira

LARGO DE CAFE

REFORMISMO FUERTE

Adrián Barbón fue elegido presidente del Principado para un segundo mandato con los votos de los tres partidos de izquierda (PSOE, IU-Convocatoria, Podemos). No hizo falta recurrir a una segunda votación, ya que la izquierda tiene mayoría absoluta en la Junta General del Principado. En el debate, Barbón y Ovidio Zapico dibujaron un gobierno de unidad, de «reformismo fuerte».

El debate con los portavoces de la oposición fue de guante blanco, muy distinto del que hubo hace cuatro años. El tono de los debates lo suelen marcar el candidato a presidente y el líder de la oposición. En este caso, ambos sacaron bandera blanca, así que las críticas de antaño quedaron convertidas en recomendaciones.

Del contenido de las intervenciones destaca la profusa oferta de pactos. Los dos grandes partidos están dispuestos a consensuar casi todo: demografía, empleo, mayores, sanidad, burocracia (lucha contra ella), financiación autonómica, igualdad, concertación social, Corredor Atlántico y los que no me dio tiempo a apuntar. Soy consciente de que los pactos están muy bien vistos por la sociedad, pero no todas las materias citadas necesitan de grandes acuerdos. A veces, basta con gestionar mejor. En muchas ocasiones para pactar algo entre varios partidos no queda otro remedio que rebajar el contenido, corriendo el riesgo de convertirlo en inservible. No obstante, dada la escasa tradición de acuerdos entre la izquierda y la derecha asturiana, demos por buena la ilusión de socialistas y populares por firmar pactos.

En el debate, el único antagonismo claro estuvo entre Adrián Barbón y Carolina López. La portavoz de Vox hizo una intervención modelo enmienda a la totalidad, tal como se esperaba. Sacó a relucir de todo, desde cuestiones actuales, como el cordón sanitario que predica el PSOE contra Vox, hasta cosas del pasado, como la gestión de los fondos mineros. Recordó las movilizaciones de los ganaderos y echó en cara a Barbón que hablase del estado del bienestar, cuando lo que practicaba era el bienestar de la clase política. El presidente del Principado entró en materia con la salida a la crisis industrial (Vesuvius, Santa Bárbara, Arcelor, Danone, Duro Felguera); culpó a Vox de poner en riesgo la Política Agraria Común (PAC), para terminar sacando a relucir a Pilar Primo de Rivera, como ejemplo de mujer no feminista. En 1986, tras lograr su segunda mayoría absoluta, Felipe González, en una entrevista, decía que cuando se está en el poder se goza del privilegio de elegir a los enemigos. Barbón debería meditar sobre ello.

Lo más esperado del debate estaba en la intervención de Diego Canga y la respuesta del presidente. El discurso de Canga estuvo orientado a convencer a Barbón de basar la gobernabilidad en la mayoría abrumadora de 4/5 de la Cámara (los 36 diputados del PSOE y el PP). Dijo que el PP era una oposición constructiva y leal. Recordó que había 3.000 autónomos y 600 empresas menos que en 2019, pero quería compartir el diagnóstico sobre la situación y dar cobertura presupuestaria a los acuerdos. Si una palabra define al Canga político es la de tecnócrata, toda una novedad en el PP asturiano.

Barbón agradeció la intervención, entró a desenredar la madeja de los pactos, pero para garantizar la gobernabilidad recordó que «la historia del PP pone en duda su apoyo». Para gobernar prefiere a IU-Convocatoria.

De todo lo sucedido desde la noche electoral hasta la investidura de Barbón, el gran ganador es IU. Descartó cualquier pacto de investidura o acuerdo de legislatura. Se centró en entrar en el Gobierno; Barbón ya habla de «gobierno de unidad progresista». Ovidio Zapico señaló que el gobierno de la izquierda será reformista, de «un reformismo fuerte». A Barbón le gustó la etiqueta. Habemus Gobierno de coalición.

 

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por JUAN NEIRA

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