Finalizó la campaña electoral, copia corregida y aumentada de todas las celebradas desde 2015, cuando el sistema de representación quedó alterado con la llegada de nuevos partidos. El clímax de la campaña fue el cara a cara entre los dos presidenciables, Sánchez y Feijóo, si bien no se aprovechó toda la potencialidad del debate por la táctica empleada por el presidente del Gobierno de interrumpir a su competidor, aunque los culpables fueron los dos moderadores (dos periodistas estrella muy admirados por el público) que no intervinieron para ordenar los turnos. El segundo punto de interés estuvo en el debate de RTVE (ahora la llaman siempre, ‘la pública’, así evitan decir ‘televisión española’), donde Sánchez y Yolanda Díaz compitieron con Abascal. Se pudieron oír todas las intervenciones, lo que no deja de ser un alivio. Conclusión, si los debates son el elemento más valioso para el público de cualquier campaña electoral, debe aprobarse una norma que los regule en favor de los intereses generales.
El asunto que hizo fortuna en esta campaña fue el desenmascaramiento de la mentira. Si sumamos errores, mentiras, exageraciones, etcétera, la enumeración es muy larga. Como estamos inmersos en una política de bloques, la izquierda confecciona listas de bulos de la derecha y la derecha hace lo mismo con las afirmaciones de la izquierda. Sin embargo, nadie repara en que esas listas están confeccionadas con la misma falta respeto a la verdad que se destaca en las actuaciones de los políticos. Hoy día, no hay un partido o dirigente que haya hecho de la verdad el norte de la actuación política. Lo más inquietante es que no tiene sentido hacerlo. El supuesto líder virtuoso perdería las elecciones por una razón muy simple: la mentira en la vida pública española ha dejado de estar penalizada. Se olvida todo. Es un fenómeno tan reciente como cierto. O hay una imagen muy fuerte asociada a la mentira o el asunto se diluye en un periodo de tiempo mínimo. ¿Quién se acuerda ahora de aquella fantasmal comisión de expertos que dictaba los criterios para la desescalada en la pandemia? No se formó nunca, pero el Gobierno tomaba medidas amparadas en el supuesto criterio de la comisión: ‘los expertos nos dicen…’
En debates, mítines o entrevistas no se encuentran planteamientos económicos a la altura de las circunstancias. Aparte de repartir el dinero, hay que crear riqueza. No puede ser que el PIB per cápita de 2008 sea casi igual que el de 2021. Hay tareas de obligado impulso que nadie nombra.