La legislatura empieza con un acuerdo inusual entre los dos grandes partidos (PSOE, PP). Tal y como anunció en el debate de la sesión de investidura, Diego Canga presentó unas aportaciones para mejorar el anteproyecto de Ley de Reto Demográfico y Adrián Barbón aceptó la iniciativa y en vez de aprobar el anteproyecto en el primer Consejo de Gobierno, tal como había anunciado, pidió a la vicepresidenta, Gimena Llamedo, que se ponga en contacto con Canga y el resto de portavoces por si quieren introducir matizaciones.
No sabría decir qué es más encomiable, si el ánimo constructivo con que empieza el PP este mandato o la predisposición del Gobierno para entenderse con el partido conservador, aún a sabiendas de que no forma parte de la mayoría parlamentaria con la que piensa asegurar la gobernabilidad. Ambos partidos llevaban muchos años atados a la política del enfrentamiento. Cuando se convierte en habitual contradecirse en cualquier cuestión, llega un momento en que se discrepa por el gusto de discrepar.
No se puede hacer política en función de quién dice las cosas. En el debate de investidura, Canga afirmó dos veces, refiriéndose a su grupo parlamentario, «somos gente práctica». Acaba de dar el primer paso en esa dirección, que no es otra que la del pragmatismo. Con excepciones, el PP se apuntó en la política asturiana a dosis extra de dogmatismo. Hay que reconocer que hacer política dogmática es muy cómodo, porque se descalifica al rival desde la ideología, desde el prejuicio. No hay que entrar a discutir los problemas concretos, basta con desconfiar del rival por su adscripción ideológica. El dogmatismo alimenta el apriorismo. La política española lleva ocho años bloqueada por los dogmas ideológicos. Todo empezó con el famoso «no es no» de Pedro Sánchez, que cerraba la puerta a un entendimiento con el PP de Rajoy. En 2016, Rajoy propuso un gobierno de coalición con Sánchez de vicepresidente y la mitad de los ministros para cada partido. No es no. Hasta hoy.
La política asturiana es más fluida. El Gobierno cuenta con el apoyo de los 22 diputados de PSOE y IU-Convocatoria por Asturias, pero tiene voluntad de llegar a acuerdos amplios sobre los asuntos más importantes de la región. El Reto Demográfico debe ser el primer paso de la política de los grandes consensos. Seguro que en el PSOE y en el PP hay dirigentes que recelan de la nueva dinámica hacia el entendimiento, porque detrás de todo cambio siempre hay gente que se siente damnificada, cuando no traicionada.