En medio del debate sobre el declive demográfico la estadística nos da una noticia muy positiva. El crecimiento de los inmigrantes aumenta con fuerza en Asturias desde hace un año. En el primer semestre del 2022 se registró un incremento de 4.147. En el último año el aumento fue de 8.762. Esta es la razón por la que, en vez de perder población total, en el último año y medio la estamos ganando. En ese periodo contamos con 1.832 habitantes más. Con datos del pasado 1 de julio, la población de Asturias es de 1.007.518 habitantes, cuando la tendencia nos empujaba a estar por debajo del millón.
En las sociedades avanzadas el crecimiento de la población se produce, sobre todo, por la llegada de inmigrantes. Sólo la ciudad de Nueva York recibe 300.000 cada año. La inmigración es positiva, aunque la opinión pública europea es reticente sobre esta cuestión. La principal razón por la que crece el voto hacia la derecha más conservadora en la UE es el aumento de la inmigración. Pese a los muchos problemas que puedan surgir en la convivencia, lo cierto es que, dejando a un lado las razones humanitarias, los inmigrantes aportan cosas que nos benefician a todos: trabajo, ilusión, ganas de labrarse un futuro, deseos de formar una familia. Vamos a lo concreto. Cualquiera que observe a los trabajadores que cubren el servicio de las terrazas en bares y restaurantes, llegará a la conclusión de que una mayoría de los empleos de verano en la hostelería están ocupados por inmigrantes. La experiencia indica que no todo el mundo quiere esos trabajos. La mayoría de los inmigrantes que se asientan en Asturias son colombianos, venezolanos o cubanos. Comparten nuestra cultura, lo que facilita mucho la integración y la posibilidad de que se queden definitivamente en nuestra región. El inmigrante viaja por razones económicas, fundamentalmente, y, también, por causas políticas. Seguro que ambas motivaciones se dan en la inmensa mayoría de los recién llegados. Hay ya casi 100.000 residentes venidos de fuera, el 9,8% de la población asturiana. Queda mucho trecho por recorrer ya que la media en el conjunto de las comunidades autónomas es del 17,3%, pero lo que toca destacar hoy es el crecimiento experimentado. Hace veinte años eran 31.000, ahora son casi 70.000 más. No se pueden tirar las campanas al vuelo, porque en esos veinte años perdimos 122.511 ciudadanos autóctonos, pero no deja de ser la mejor noticia demográfica desde que creció la población con el cheque-bebé de Zapatero.