El mensaje de unidad lanzado por Álvaro Queipo en el XVIII Congreso del PP de Asturias va dirigido a solucionar el principal problema de la organización que lleva muchos años dividida por desavenencias internas que nada tienen que ver con tendencias ideológicas, sino con cuestiones de poder dentro del partido. Los presidentes del PP no han sabido o podido integrar a las juntas locales bajo su mando, entre otras razones, porque ellos llegaron a la cúspide del partido por designación directa de los máximos responsables nacionales, llámense Rajoy, Casado o Feijóo. Álvaro Queipo está en una situación distinta, al convertirse en presidente del PP por el voto de los afiliados. Al recibir el apoyo explícito de más del 85% de los sufragios tiene suficiente fuerza moral para convocar a todos los afiliados a participar en la gran operación de integración activa en las tareas de la organización.
Suponiendo que las bases del partido den una respuesta positiva al llamamiento a la unidad del nuevo presidente del PP asturiano, quedaría todavía otra tarea pendiente para cohesionar la organización: la definición de la acción política. Tiene la nueva dirección del partido que tomar la decisión sobre el discurso y la estrategia que van a llevar a las instituciones. Lo más lógico es que lo hubieran decidido en el congreso, pero como era de carácter extraordinario, no lo hicieron, siguiendo las normas internas del PP. No planteo una cuestión retórica, al contrario, es un asunto medular en cualquier partido político.
Desde la condición de partido líder de la oposición, el PP desplegó durante años un discurso a la defensiva frente al Gobierno socialista, sin ser capaces de tomar la iniciativa. Por falta de olfato, molicie o indecisión, perdieron una gran ocasión de arrinconar al Gobierno socialista cuando en 2022 intentó que la Junta General del Principado aprobara la oficialidad de la llingua. El PP despachó el asunto con cuatro descalificaciones sin darse cuenta de cuál era el factor diferencial entre la oficialidad del bable y el eonaviego y el de otras lenguas que son cooficiales en sus territorios: el reducidísimo grupo de hablantes. Un asunto polémico, emocional, que interesa a mucha más gente de la que sigue, habitualmente, la política, no constituyó una prioridad parlamentaria y social para el PP en su agenda de oposición. Reitero, hay que articular un discurso sólido y una estrategia eficaz, en los que se vean reflejados los afiliados, para cohesionar la organización.