Retrasos de horas en la comunicación ferroviaria de alta velocidad entre Madrid y Gijón. La línea que está llamada a tirar por la región -esa es la consecuencia que yo saqué de los discursos políticos, empresariales y sindicales del último mes- se topa con la larga tradición de Renfe de tener frecuentes incidencias en locomotoras, catenaria, vías, etc., con el resultado de largos retrasos que provocan la perplejidad entre el personal. Para ser justos, digamos que cuando hablamos de Renfe, en la actualidad, hay que repartir los errores, imprevistos e infortunios entre Renfe y Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), porque las infraestructuras dependen hoy día de Adif, mientras que Renfe es sólo el propietario y responsable de trenes y circulaciones. Los dos son entes públicos dependientes del Ministerio de Transporte. La división se hizo, principalmente, para crear un gestor de las vías que pudiera regular el tráfico de operadores públicos y privados. Renfe es parte interesada en el tráfico, al ser el operador principal, y para eso se creó Adif. Es interesante la separación ambos entes, pero los dos dependen del Ministerio de Transportes, así que la gestión autónoma no existe en este caso.
El domingo experimentó un retraso la línea de Madrid a Gijón de más de dos horas. La tardanza se debió a un problema técnico derivado de la conexión de dos locomotoras para formar un doble convoy. Los viajeros no fueron informados de una incidencia tan importante y el malestar se hizo manifiesto. No habían pasado 24 horas y otro serio percance provocó una hora de retraso sobre el horario previsto entre Madrid y Oviedo. Renfe dijo que la causa estaba en intercambiador y Adif que en los pantógrafos (habilitador de corriente) del tren. Cada uno echó la culpa al otro. El trastorno fue muy superior para los que viajaban hasta Gijón, porque el tren Alvia se quedó en Oviedo y tuvieron que sustituirlo por un tren de cercanías con paradas. Casi dos horas de retraso. Tanto ilusionarnos con la variante de Pajares y, al final, seguimos con la operativa de los trenes públicos de toda la vida. No se informa al público y se toman decisiones arbitrarias sin reparar en los perjuicios personales que causan. Imagino que les devolverán el dinero a tan viajeros que, tras hacer trasbordo, llegaron dos horas más tarde.
Adrián Barbón se interesó por los percances y pidió que se aclaren cuanto antes. Es la primera vez que al Principado le interesan los retrasos del tren. Algo avanzamos.