En ningún plan, nacional o europeo se contemplaba que la alta velocidad de Madrid a Asturias finalizara en la montaña (Campomanes). La comunicación del AVE es siempre entre ciudades. En este caso Madrid con Oviedo, Gijón y Avilés. Bastante deficitario es ya este tipo de transporte ferroviario como para perder la hora que se ahorra en la variante de Pajares, yendo a una velocidad media de 60 kilómetros por hora en los 63 kilómetros que hay entre la montaña y Gijón o Avilés. Como ningún plan amparaba tamaño disparate, se empezaron a realizar estudios informativos para reformar en profundidad el trazado de la vía. No había mucha voluntad de llevarlos a cabo porque los estudios se prolongaron durante doce años para acabar de forma abrupta, dando carpetazo a los informes con el falsario argumento de que la obra provocaba rechazo social.
Para entonces la Unión Europea ya había cambiado de diseño en la política de comunicaciones. A partir de 2014 se buscó unir las distintas formas de transporte (aeropuertos, autovías, trenes, autopistas del mar, etc.) en una red integrada (la Red Transeuropea de Transporte). Teóricamente, la reforma del trazado entre Lena y Gijón estaba entre las inversiones previstas, pero el Gobierno avisó a Bruselas de que no tenía idea de hacer esa obra y renunciaba a la cofinanciación comunitaria (la Comisión Europea aportaba el 20% de la inversión). El Principado miró para otro lado. La infraestructura quedaría fuera de la red básica de la Unión Europea, donde están los equipamientos estratégicos. Todo cambió cuando se redefinió la Red Transeuropea de Transporte, ganando importancia decisiva los corredores. En el Corredor Atlántico se incluiría la vía de Lena a Gijón, como parte del ramal noroeste por el interés estratégico de la conexión con El Musel.
A partir de ahí, el Consejo Europeo y la Eurocámara se han puesto de acuerdo para poner deberes. Para la línea de alta velocidad de Campomanes a Gijón piden que los trenes transiten a una velocidad media de 160 kilómetros por hora en el año 2040. Ese dato equivale a decir que hay que hacer un nuevo trazado. Sin él, no se puede pasar de 60 a 160 kilómetros por hora de media. Una gran noticia que deja por el suelo las tesis de que sólo se podía rebajar diez minutos el tiempo del viaje. No lo decía sólo el Ministerio de Transportes, sino todo el establishment asturiano, que va mucho más allá del Gobierno regional y adláteres. Se impone un cambio de discurso por parte del Principado: hay que pasar de la resignación a la exigencia.