Adrián Barbón ha abandonado el proyecto de ‘macronsejería’ que había presentado, uniendo en un mismo departamento las competencias sociales y las culturales bajo el mando de Vanessa Gutiérrez. En su lugar, mantendrá la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar Social, y creará una Consejería de Cultura, Política Lingüística y Deportes. La rectificación evita complicar la estructura del Gobierno con consejerías heterogéneas. Comentábamos ayer que lo más adecuado es que los asuntos sociales y los culturales tengan consejerías específicas y que, en caso de no ser así, la cultura vaya adosada a la educación y los servicios sociales formen tándem con sanidad, aunque esta última asociación es más discutible. No habrá ‘macroconsejería’, el presidente se ha vuelto atrás, pero políticamente el asunto no queda cerrado.

No recuerdo una situación semejante, en la que un presidente anuncie cambios concretos en el Gobierno, tras salir de una reunión con la dirección de su partido, y dos días más tarde anule lo dicho y tome la dirección contraria dejando a todos atónitos. ¿Si la decisión era tan positiva, por qué no se ejecuta? ¿Qué ocurrió para que el presidente rectificara? En la Junta General del Principado, Adrián Barbón justificó el cambio diciendo que es un presidente que escucha a la gente. Colectivos asociados a la cultura y otros relacionados con los servicios sociales le habrían pedido que abandonara el proyecto de ‘la macroconsejería’. El presidente también adujo que su socio, IU-Convocatoria por Asturias, no estaba conforme con la decisión. Por último, se sintió avalado por la opinión favorable de Álvaro Queipo (PP) a crear otra consejería.Circunstancias como las antes citadas se dan muchas veces en la vida política, pero nadie hace o deshace la alineación del Gobierno en función de los criterios que defiendan rivales políticos o gente ajena a la política. Sólo tendría sentido contar con la opinión del socio del Gobierno, IU, antes de hacer anuncios, pero en los pocos meses que van de legislatura ya dieron muestras el presidente y la parte socialista del Gobierno de decidir y actuar como si estuviesen en un gobierno monocolor. Aquí falta una pieza para que encaje la insólita rectificación de Adrián Barbón, y no es otra que el propio Partido Socialista. En el seno del mismo, hay dirigentes y afiliados que no entienden el experimento de la ‘macroconsejería’ y, por eso, Barbón dio marcha atrás. La peripecia daña la imagen del presidente y del Gobierno.