La salida del Gobierno de Melania Álvarez ha dado paso a una remodelación del Ejecutivo que cristalizó en la formación de una ‘macroconsejería’ donde tienen acomodo Cultura, Política Lingüística, Deporte, Derechos Sociales y Bienestar Social. Se fusionan dos consejerías por la vía de enganchar las competencias de una a las de la otra, como vagones de un mismo tren llamado Gobierno. Los colectivos que trabajan sobre los asuntos citados expresan temor a quedar relegados. A los que se mueven en torno a la cultura les preocupa que el centro de gravedad de la macroconsejería se desplace hacia los asuntos sociales. Lo mismo les sucede a los que pululan en torno a las prestaciones como la Dependencia o el Ingreso Mínimo Vital, que recelan del peso que pueda tener el mundo cultural sobre el nuevo ente. Hay algo en lo que coinciden todos: la gran estima que muestran por Vanessa Gutiérrez, titular de la ‘macroconsejería’. Al final, por muy retorcido que sea el organigrama y por muy dispar que sea la naturaleza de las dos áreas acopladas, el valor de las personas que están al frente de los proyectos es un factor decisivo para lograr los objetivos.

Puestos a diseñar un gobierno, lo más sensato es que la cultura y los asuntos sociales tengan cada uno consejería específica. A veces, para lanzar un mensaje de austeridad se adosan a otros departamentos. La cultura la hemos visto muchas veces unida a educación. Son el tronco y la rama del mismo árbol. Algunas veces también formaron tándem servicios sociales y sanidad, aunque no fue habitual esa fórmula. A partir de ahí cualquier otra asociación resulta, cuando menos, forzada. El presidente Barbón hizo un ejercicio de voluntarismo para convencernos de que la fórmula elegida es natural y lógica. Recurrió a la mayéutica para esclarecernos: «¿Acaso la cultura no afecta a los mayores? ¿O el deporte no afecta también a las personas mayores?». Hombre, claro. A los mayores les afecta todo, el medio ambiente, la pesca, la memoria democrática, la igualdad, el consumo, y un largo etc., y no por eso se van a juntar los derechos sociales con esa retahíla de enunciados bajo el tejado de una misma consejería. Para darle normalidad al encaje de bolillos recordó que en una misma consejería habitan la ordenación del territorio y los derechos LGTBI, que es tanto como sintonizar la gimnasia con la magnesia. El presidente del Principado es competente para definir áreas de trabajo y elegir responsables. Otra cosa es que apreciemos la originalidad.