En la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno, el portavoz del Ejecutivo, Guillermo Peláez, atacó al PP por el tratamiento que da este partido en el Senado al proyecto de presupuestos del Estado. El asunto rebasa las competencias de las instituciones autonómicas, pero en política es normal realizar estas incursiones en el terreno de otras administraciones. Para entendernos, es como si a Barbón se le critica por la deleznable entente de Pedro Sánchez con Puigdemont, con la amnistía como materia del pacto. Peláez culpó a los populares de la pérdida para Asturias de 29 millones de euros, al haber rechazado en la Cámara Alta los objetivos de déficit, deuda y techo de gasto. El proyecto del Gobierno permitía a las regiones incurrir en un déficit del 0,1% del PIB; al votar en contra una mayoría de senadores hay que rehacer el proyecto de presupuestos y es probable que se esfume la décima de déficit concedida. El consejero de Hacienda y portavoz del Gobierno cargó las tintas al acusar al PP de privar a los asturianos de más de 29 millones por su dinámica de «acoso y derribo» contra el Gobierno.
Para cobrar una cierta perspectiva sobre este asunto, digamos que los partidos que lideran la oposición en el Congreso de los Diputados y en el Senado, siempre votan en contra del déficit y el techo de gasto propuesto por el Gobierno de turno. La última vez que gobernó el PP (Rajoy), el PSOE encontró motivos para rechazar el déficit año tras año. A los dos meses de empezar a gobernar, Rajoy propuso un tipo de déficit, 5,8% -punto y medio por encima del que dictaba la Comisión Europea-, que Rubalcaba, líder del PSOE, rechazó porque «ponía en riesgo los servicios públicos». Sin comentarios. Al final de su periplo, Rajoy, en 2017, presentó un presupuesto con un 2,2% de déficit que apoyaba la Comisión Europea. El PSOE votó que no, porque, según Ábalos, las macrovariables «obedecían a una ideología conservadora y neoliberal». Que es tanto como decir que rechazo tu propuesta de déficit porque me caes mal.
La postura del PP en el Senado estaba cantada. Lo contrario sería una sorpresa. Para acordar el déficit, la deuda y el techo de gasto, Feijoó propuso rebajas del IVA, que no seducen a los socialistas, y deflactar el IRPF para las rentas menores de 40.000 euros. Lo de los impuestos es discutible, pero la deflactación del IRPF es un acto de estricta justicia. No hubo acuerdo y el PP votó que no, como ya estaba previsto. Esta es la verdad, decir lo contrario es partidismo.