En las estaciones de ITV se votó el acuerdo alcanzado entre el Gobierno (Llamedo, Zapico) y el comité de huelga, registrándose una mayoría (63%) favorable a la vuelta a la normalización de la actividad laboral. Sólo en las estaciones de Avilés, Llanera y Tremañes (Gijón) hubo más votos a favor de continuar la huelga. Se desatasca de esta forma un conflicto que se había enconado tras los sucesivos desencuentros entre los responsables de la Consejería de Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Económico y los trabajadores.
Restan por solventar algunas cuestiones, como la negociación de las categorías laborales, que estaba pendiente de un estudio pedido hace un año y que, por casualidades de la vida, la semana que viene ya estará, por fin, finalizado. El único asunto que no se pudo consensuar es el plus por antigüedad. El Principado se negó a aceptar los planteamientos de los trabajadores, así que queda pospuesto para futuras negociaciones o potenciales conflictos. ¿Qué balance se puede hacer del proceso vivido?
La intervención de Llamedo y Zapico produjo alivio, porque era urgente parar la huelga. Ahora bien, ya hubo en esta empresa otros acuerdos que, por falta de solidez, hicieron de llave para nuevas huelgas. La vicepresidenta y el consejero de Ordenación de Territorio sellaron una vía de agua, pero se mantienen intactas las coordenadas que definen el conflicto. El Principado tiene que entender que un servicio de gran demanda, como es el de las ITV (más de 700.000 vehículos en la región), donde se expide una valoración obligatoria para circular, si está concentrado en una sola empresa pública tenderá a la larga a tener un funcionamiento con muchas holguras para los trabajadores, porque tienen capacidad de presión para imponerlo. Si el Gobierno regional está preocupado por la productividad de la empresa (es la primera vez que veo al Principado midiendo la productividad en uno de sus entes), la única solución es introducir competencia en el sector. No es cuestión de que haya buenos o malos trabajadores, diligentes o indolentes, es el juego de fuerzas del mercado, tan real como los vectores fuerza de la Física. Por eso tiene razón la Fade cuando dice que no estamos ante la solución definitiva y que no se entró en el fondo del problema. Se realizó una cura de urgencia y punto. A ver cuándo se empieza a aplicar el plan de choque, porque entre la incompetencia y los desencuentros quedaron 33.000 ciudadanos formando cola a las puertas de las estaciones.