Antes de comenzar el homenaje a Manuel Llaneza, en Mieres, el presidente del Principado habló de temas de la actualidad nacional, como el resultado de las elecciones gallegas y al affaire de Koldo García y José Luis Ábalos en la gestión de las mascarillas durante la etapa de confinamiento. Adrián Barbón considera que el análisis del descalabro electoral de los socialistas corresponde, principalmente, al Partido Socialista Gallego (PSG), como es lógico, aunque los resultados de todos los comicios autonómicos transcienden las fronteras de la región y son motivo de reflexión en toda España. Tal como marca el argumentario socialista, Barbón defiende la tesis de que se necesitan liderazgos territoriales fuertes que tengan un atractivo para los electores más allá de lo que aporten las siglas del partido. Esa es la misión de los cabezas de lista en los comicios, pero no es fácil encontrar a personas que sean muy valoradas por sectores amplios del cuerpo social y que acepten la servidumbre de aparecer con la camiseta del partido ante la sociedad, dispuestas a sacrificar su carrera profesional por una tarea casi siempre peor remunerada y que conlleva la crítica diaria en los medios y el Parlamento. No descubro nada si digo que en la política institucional no participan los mejores. El sistema no está orientado para captar talento, sino para que se acomoden en los escaños los aparatos de los partidos.
La necesidad de buscar líderes territoriales fue una ocurrencia interesada de Pedro Sánchez, porque de esta forma echó la culpa a los candidatos gallegos de la derrota –tienen, sin duda, un porcentaje de responsabilidad– y desvía la atención sobre la influencia en las urnas de su estrategia de recuperar a Puigdemont y otros ilustres prófugos para la política española. La campaña de Pedro Sánchez, con siete visitas a Galicia, estuvo más orientada a derrotar a Rueda y a Feijóo que a defender la candidatura socialista. En consecuencia, el electorado contrario al PP optó por votar al BNG que iba por delante en los sondeos.
Barbón, ante el ‘caso Koldo’, defiende la «tolerancia cero contra la corrupción». Considera que el asunto compete a la comisión ejecutiva del partido. La atención está centrada ahora en forzar que Ábalos abandone el escaño. Seguro que todavía hay mucho que desvelar. Al parecer, en la segunda quincena de marzo de 2020 y en los primeros días de abril, la Administración pudo hacerse con millones de mascarillas. El mensaje oficial era que no había. Qué extraño.