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Juan Neira

LARGO DE CAFE

HACER SEGUIDISMO

El escándalo del vial de Jove, la paralización de las obras en el nudo de Serín (no hay trabajadores ni máquinas en la calzada), el retraso en dotar con trenes de alta velocidad la línea Gijón-Madrid y la decrepitud de la red de cercanías de ancho métrico han hecho de las infraestructuras el gran tema de la actual legislatura.

La farsa del Ministerio de Transportes al comprometerse a realizar obras, u ofrecer servicios, en plazos que nunca cumple, bien sea por retrasos, paralización de las obras o abandono de las actuaciones (plan de vías de Gijón), ha hecho que el Gobierno de Adrián Barbón haya pasado de la complicidad con el ministerio a la beligerancia. Un cambio cualitativo.

No pretendo abordar en estas líneas la casuística de cada infraestructura (promesas, debates, plazos, presupuestos, incumplimientos), sino la incidencia que tiene el conflicto de las infraestructuras en la política asturiana o para decirlo de una forma más precisa: en la forma de hacer política en Asturias.

Hasta el otro día, el juego de fuerzas era como sigue, el poder estaba concentrado en un tándem formado por el Gobierno y el Principado. La labor del Principado era fundamental porque defendía, disculpaba o ensalzaba la gestión que hacía el Gobierno en nuestra región, como es el caso de las grandes infraestructuras de competencia estatal. Así ha sido durante más de cuarenta años, con gobiernos de distinto color político. La oposición en la Junta General del Principado denunciaba las carencias, olvidos e incumplimientos, sin mucho éxito, entre otras razones, porque los diputados nacionales se desentendieron sistemáticamente de la dinámica política regional. No formaron equipo con los grupos parlamentarios autonómicos y, frecuentemente, evitaron informar a los jefes del aparato. Nuestros diputados nacionales siempre vivieron como eurodiputados, sin ser fiscalizados por los medios y ocultos a la mirada del público.

Equilibrio

El equilibrio de fuerzas era estable, funcionaba bien el tándem Gobierno-Principado imponiendo sus explicaciones ante una sociedad que no recibía otras. Los sucesivos gobiernos de España nunca tuvieron problemas con Asturias, salvo en algún momento puntual en que los sindicatos mineros exigieron su parte (aquella huelga general de la región que Felipe González, irritado, calificó de «batallita»).

Todo empezó a cambiar hace catorce meses cuando estalló el escándalo de los trenes de vía estrecha. A partir de ahí los acontecimientos se precipitaron con el Ministerio de Transportes pisando todos los charcos: aplaza una vez tras otra la entrada en servicio de la variante de Pajares, anuncia la buena nueva de la alta velocidad sin trenes AVE, mantiene el plan de cercanías estancado, eterniza una intervención mínima en el nudo de Serín (¡un millón de presupuesto!), no existen noticias del plan de vías de Gijón, hasta el punto de que a los actuales gobernantes locales les basta con empoderarse del solarón, las rondas y circunvalaciones no existen ni en planos y, al final, tienen el detalle de abaratar el vial de Jove, de 285 millones a 70, ahorrando 215 millones para los compromisos del País Vasco y Cataluña.

Reorganización

En un lapso mínimo de tiempo se produjo una reorganización de fuerzas saltando el Principado de una orilla a la otra. El Gobierno central se ha quedado sin aliados en Asturias, aunque la situación aún no ha cristalizado. La muestra sometida a observación es la batalla del vial de Jove, donde se da una situación curiosísima, con la alianza entre el Principado, el Ayuntamiento de Gijón y las asociaciones vecinales. No me refiero al hecho de que remen juntos, que es algo normal, sino a que se ha invertido la pirámide de la jerarquía. En la cúspide están los vecinos, en el tronco el Ayuntamiento y en la base el Principado.

De las declaraciones del presidente se deduce. Tras reconocer que el proyecto del ministerio es más rápido porque ya se hicieron las expropiaciones, declaró: «Pero nosotros representamos los intereses de los vecinos afectados y si a ellos no les vale este vial, a nosotros tampoco». También declaró que en la cuestión del vial «iremos de la mano por completo con el Ayuntamiento de Gijón». Como el Ayuntamiento también dijo que iba a ir de la mano de los vecinos, ya tenemos a los vecinos fijando posición delante del ministerio, respaldados por poderosos aliados institucionales.

Liderar

Del Gobierno de Pedro Sánchez sabemos que es duro e implacable en las guerras ideológicas con la derecha y sumiso y entregado en las disputas con los gobiernos nacionalistas. No sé cómo actúa ante un frente vecinal-municipal-autonómico. A lo mejor se rinde y tenemos un vial con un túnel aún más largo. Sería estupendo. En cualquier caso, la política tiene una lógica y el Principado debería liderar la alternativa al ministerio, atraer a su posición a otros actores institucionales y sociales y representar los intereses generales en la negociación con el Gobierno de España.

Un Gobierno puede optar por una política pactista, cediendo en unas cuestiones y reafirmándose en otras, pero lo que nunca puede hacer es seguidismo. No cabe salir con una cara de la reunión con el viceministro y cambiar la expresión según reacciona un tercero. En su día, no entendí cómo la opinión de colectivos sociales o culturales fue capaz de frustrar la remodelación del Gobierno que ya se había anunciado con macroconsejería incluida.

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por JUAN NEIRA

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