Las obras en el nudo de Serín, que tan bien conocen los usuarios de la ‘Y’, se han reanudado. Hace tres semanas quedaron interrumpidas sin previo aviso. Hasta el propio presidente del Principado ignoraba la razón de la paralización de los trabajos, remitiendo a Delia Losa, la delegada del Gobierno, para conocer la causa. Desde el Ministerio de Transportes se informó de que la actuación proseguía sin obreros ni máquinas, con los incansables ingenieros trabajando en la oficina. Es la primera vez que en la ejecución de las obras de una infraestructura se incluye la tarea de técnicos y burócratas. Un canto al absurdo que puede un día completarse cargando sobre la mano de obra la tramitación administrativa.

En estas páginas se dio mucha importancia a la noticia porque la tiene, ya que el nudo de Serín es el tramo vial que soporta más volumen de tráfico de las carreteras de la región; se hablaba de que el ministerio procedería a aprobar un modificado (más dinero para la obra). Con anterioridad ya se habían detenido otra vez las obras para hacer un modificado y la interrupción duró tres años. Peligroso precedente. En este caso no llegó al mes la pausa, aunque se sigue a la espera de la aprobación del refuerzo presupuestario. Para hacer todo más estrambótico, la delegada del Gobierno afirmó que ante el peligroso bache que hay en la ‘Y’, «podías tapar, simplemente, o entrar en profundidad, pero este ministerio lleva las obras con rigor y profesionalidad».

La buena noticia de la reanudación de la actividad encubre la relación disparatada que tenemos en la región con las infraestructuras de transporte. Estamos escribiendo, hablando, especulando, sopesando, sobre una obra de un millón de euros. A modo de orientación, hace dieciséis años se vendió un piso en Cimadevilla (Gijón), que no llegaba a los cien metros cuadrados, por más de un millón. En materia de carreteras, una factura así es sinónimo de calderilla. Pues bien, llega la representante del Gobierno en Asturias y dice que había dos alternativas, tapar el bache «o entrar en profundidad». Y se va arriba: «Este ministerio lleva las obras con rigor y profesionalidad». Tan bien lo hace el Gobierno de Pedro Sánchez que el nudo de Serín lleva cinco años entre obras y pausas. El problema no es ya el desinterés del Gobierno por la región, sino la falta de interlocución de nuestras instituciones ¿Se puede estar cinco años con el irritante bache por nuestra incapacidad manifiesta para poner al ministerio frente a sus obligaciones?