Victoria electoral del nacionalismo vasco que logró el mejor resultado de la etapa autonómica, al sumar entre los dos partidos (PNV y Bildu) 54 escaños, de los 75 que forman el Parlamento de Vitoria. No se puede decir que haya sido una sorpresa porque todas las encuestas lo habían anticipado. Para que las dos fuerzas hayan quedado equiparadas fue preciso que el PNV perdiera cuatro escaños, con respecto a los comicios del año 2020, y que Bildu ganara seis. El avance del nacionalismo radical se debe a dos razones: la mutación de Podemos en partido extraparlamentario (de seis diputados a cero) y la debilidad de la oferta electoral del PNV, con un candidato a lehendakari, Pradales, menos conocido y peor valorado que Urkullu. El aparato del PNV se metió un gol en propia puerta. El triunfo en votos del viejo partido de Sabino Arana no compensa que tenga que compartir el pódium con la gente de Arnaldo Otegi.
Muy buen resultado del PSE, al lograr 12 diputados, la cifra más alta que le pronosticaban los sondeos, aunque muy lejos de los 25 escaños del año 2012. Tenía con Eneko Andueza mejor candidato que en las dos últimas elecciones. En los debates electorales hizo un buen papel, recalcando que con Bildu no quería saber nada. Entre PNV y PSE tienen un diputado más de la mayoría absoluta y reeditarán la alianza de gobierno. El PP ha crecido en un escaño; un aumento mínimo que le permite hacer un balance electoral positivo. No pudo captar el escaño de Vox, que se mantiene como fuerza parlamentaria, lo que supone una contrariedad para la estrategia de Núñez Feijóo que pasa por unificar el espacio electoral del centro-derecha bajo las siglas del PP. No hace falta decir que Abascal salvó los muebles.
Sumar obtuvo un diputado que supone un refuerzo moral para la dirección del partido, porque estarán en el Parlamento, mientras que su directo rival, Podemos, que buscaba batirles en las urnas, se han quedado fuera. Desde una perspectiva más amplia, Pedro Sánchez sale reforzado; ya se encargará él de vender ese mensaje al hablar del triunfo de la política del diálogo. Lo que no dirá es que desde que llegó al Gobierno, los nacionalistas avanzan en todos los frentes: País Vasco, Galicia y Cataluña. La homologación de Bildu, como aliado del Gobierno de España, contribuyó a que el electorado no lo penalizara. Quedan en el aire las dudas sobre la estrategia que seguirá el partido de Otegi a lo largo del mandato. Dudo que la apabullante mayoría nacionalista no desborde el marco estatutario.