El presidente Adrián Barbón y la consejera de Cultura, Política Llingüística y Deporte, Vanesa Gutiérrez, se reunieron con los portavoces de los grupos parlamentarios, con la excepción de Vox –institucionalmente marginado–, para abordar la reforma del artículo 4 del Estatuto de Autonomía. El presidente del Principado dio de esa forma por cumplida la petición que le hizo la Academia de la Llingua, «abrir el diálogo». Debe de ser la primera vez que en el mapa autonómico se acomete una reforma estatutaria a petición de la academia de una lengua vernácula. En otros territorios son los gobiernos, partidos políticos o grupos parlamentarios los que instan a las reformas. Nosotros somos más originales: los académicos dictan cuándo se reforma el Estatuto de Autonomía y el contenido de la reforma. Ya tarda en venir una comisión de la Cámara de los Comunes a tomar nota de los usos institucionales asturianos para ponerse al día.
Adrián Barbón abrió un plazo hasta el 11 de junio para que los partidos se posicionen sobre la propuesta de convertir en lenguas oficiales de la región al bable y el eonaviego. La reunión de ayer fue un primer tanteo en el que se trataron diversos temas, sin profundizar. Como era de esperar, salió la cuestión de la implantación de las nuevas lenguas en la educación y Barbón quitó hierro al asunto: «Esto está por definir. La propia LOMLOE permite las exenciones en las materias curriculares. Les apunto que miren el modelo de Navarra, donde hay alumnos que estudian el euskera y otros que no».
Vamos a ver. El modelo de Navarra de educación no pasa de ser una plasmación del tratamiento lingüístico general que viene recogido en la ley foral, donde se delimitan, a efectos de lengua, tres zonas distintas (vascófona, mixta y no vascófona) y sólo en las dos primeras es oficial el vascuence (no lo llaman euskera). Por eso «hay alumnos que estudian euskera y otros que no». El modelo que se pretende para Asturias no tiene nada que ver con el navarro. Allí hay una zona oficialmente denominada como «no vascófona», al sur de la región, donde la única lengua oficial es el castellano. En Asturias, sin embargo, se quiere que las lenguas vernáculas sean oficiales en todo el territorio.
Se inicia un proceso que ya sabemos cómo terminará, porque Álvaro Queipo, presidente del PP, dijo taxativamente que no apoyará el sistema trilingüe, y aportó una razón de peso: no estaba en el programa electoral del PP. Inexplicablemente, el Gobierno va a tropezar dos veces en la misma piedra.