Adrián Barbón convocó a los portavoces parlamentarios para iniciar el proceso de reforma del Estatuto de Autonomía, recogiendo la petición que le había hecho Xosé Antón González Riaño, presidente de la Academia de la Llingua, el Día de les Lletres Asturianes. Barbón informó que la reforma se circunscribirá al artículo 4 del Estatuto de Autonomía, para que el bable y el eonaviego sean reconocidos como lenguas oficiales de la región.
Una reunión importante por la materia -la reforma del Estatuto- y los diputados convocados, la mayor parte líderes de los grupos parlamentarios. El jueves se sentaron en torno a la mesa una representación muy cualificada del Gobierno y del Parlamento y, junto a ellos, Xosé González Riaño, en calidad de presidente de la Academia de la Llingua. ¿En un debate formal sobre la reforma del Estatuto, con una clara transcendencia institucional, tiene sentido que participe el presidente de una entidad cultural pública?
Una cosa es que en la tramitación parlamentaria de una ley sobre la cooficialidad se invite a personalidades relevantes en la temática y responder a las preguntas de los diputados, y otra que el primer día que se inicia una discusión política entre el Gobierno y los grupos parlamentarios, el presidente de la Academia acuda y haga las propuestas, ante la pasividad del resto. En ninguna comunidad autónoma las reformas estatuarias estuvieron impulsadas por personas o entidades ajenas al Gobierno y al Parlamento. Estamos ante otra originalidad o anomalía de las instituciones asturianas.
GASTO
González Riaño no sólo disertó sobre el sistema trilingüe (castellano, bable, eonaviego), sino que entró en cuestiones propias de la gestión política, como valorar el coste económico que tendría la implantación de la cooficialidad. Para empezar, considera que la oficialidad es una inversión, no un gasto. Un día ya tratamos este asunto aquí. Gasto o inversión no es una cuestión de gustos, está definido en la literatura económica. La subvención a la Academia de la Llingua, o el sueldo de un futuro traductor de eonaviego en el Principado, es un gasto. Para que un bien o un servicio sea inversión tiene que permanecer más de un año. La inversión se amortiza (inmuebles, vehículos, equipamiento tecnológico), la subvención a la Academia no. Invertir es construir un hospital, gastar es pagar el sueldo de los médicos.
Según González Riaño el sistema trilingüe sólo supondría un gasto de 25 millones anuales. Fue más allá: la oficialidad traería un “impacto positivo en la economía”. Puso como ejemplo que el “euskera supone el 4,2% del PIB del País Vasco y un 6,28% de todo el empleo”. Imagino que los diputados estarían embelesados escuchándole.
Vamos a ver. Con el euskera, como argumento, se pueden crear decenas o centenares de miles de empleos, basta con firmar los contratos, otra cosa es el resultado de tal excentricidad. El último día del pasado año había en el País Vasco 997.000 personas empleadas, así que, siguiendo el porcentaje dicho por González Riaño, el euskera sería la causa de 62.611 empleos. ¿Quién paga los sueldos a toda esa legión de afortunados? No lo hacen Iberdrola, Petronor, Sidenor Aceros, Siemens Gamesa, ArcelorMittal ni el Athletic de Bilbao. Tendrá que cargar con esa pesada mochila el Gobierno vasco. Vamos a verlo con datos reales.
EUSKERA
A petición del Parlamento de Vitoria, el Departamento de Educación y Política Lingüística del Gobierno vasco realizó un estudio destinado a conocer lo que había gastado el Gobierno en promocionar el aprendizaje y el uso del euskera. En julio de 2014 entregó los resultados. Entre 1983 y 2012 había gastado 1.875 millones de euros. Si se sumase el gasto de 2013 y 2014 la cantidad se acercaba a los 2.100 millones. Muy importante: no se tuvo en cuenta la inflación, así que, aplicando el mecanismo corrector, la cantidad sería muy superior.
El 40% de esa formidable factura se destinó a euskaldunizar el sistema educativo. Otro 38% se gastó en euskaldunizar a la población adulta a través de un ente público autónomo creado por el Gobierno vasco. Detrás de unas cifras tan escandalosas -que en la Cámara de Vitoria no causaron ningún escándalo- está la genuina forma de operar de un partido nacionalista que es capaz de organizar una cruzada para convertir una arcaica habla de pastores (baserritarras) y pescadores (arrantzales) en la forma mayoritaria de comunicación, como si esa fuera la prioridad de la sociedad y el bien del país. Nuestros diputados tienen que conocer la realidad que hay detrás de un bilingüismo gestionado por fanáticos con corbata para poder representarnos con rigor.
TRANQUILIZAR
En la reunión de Adrián Barbón con los portavoces, se habló, cómo no, del tratamiento que se daría al bable y el eonaviego en la enseñanza, una vez sancionada la cooficialidad. González Riaño, convertido ya en virtual consejero del Gobierno a esas alturas de la reunión, dijo que serían lenguas curriculares no obligatorias. Como siempre, la intención del mensaje no es otra que tranquilizar al interlocutor. Para que no haya equívocos, añadió, “no se obligará a conocerla y hablarla a un ingeniero o a un cirujano”. ¿Y a un auxiliar administrativo del Principado, un profesor de Instituto o un periodista de la TPA? ¿Quién sacará la plaza en un concurso de personal, el trilingüe analfabeto con puntos o el monolingüe competente?