El éxito del Día de las Fuerzas Armadas en Asturias tuvo, también, una dimensión económica. El pasado año se celebró en Granada, con actividades y ejercicios en la capital de la provincia y en Motril. En un informe de la Cámara de Comercio granadina se cuantificó el impacto económico del evento en 9,8 millones de euros. Félix Baragaño, presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, en una primera valoración, se atreve a adelantar la cifra de 12 millones, como la aportación de las actividades desarrolladas por los tres ejércitos a la economía asturiana.
El dúo Granada-Motril tiene poco que ver con Gijón-Oviedo, porque la población de las dos urbes granadinas juntas apenas supera en 17.000 habitantes a Gijón. Si, además, tenemos en cuenta que al lado de Gijón y Oviedo hay poblaciones grandes, comunicadas por autovía o autopista con ambas, podremos deducir que acudió mucha menos gente a ver los ejercicios militares en Granada que en Asturias. No es preciso aclarar que, a mayor cantidad de población en un área urbana, la cifra de potenciales visitantes es mayor. La atracción que ejerce sobre toda España un espectáculo realizado en Madrid es muy superior a si se hace en otra ciudad.
La pasada semana, bastaba con andar por las calles de Gijón y Oviedo para comprender que eran jornadas especiales. No me refiero al hecho de toparte con un tanque al doblar una esquina, sino a la algarabía y el llenazo en bares, restaurantes y cafeterías. Convivieron la rutina laboral y el ambiente festivo. Al incremento del consumo en la hostelería contribuyeron los miles de militares que, como todo empleado que está fuera de casa, tiene que acudir a establecimientos hosteleros a reponer fuerzas. En el sumatorio del consumo están incluidos los profesionales de las Fuerzas Armadas, miembros de sus familias, la mucha gente venida de fuera, el buen tiempo, la suerte de contar con un espectáculo muy inusual fuera de las grandes o pequeñas pantallas, y, en el caso de Gijón, el escenario del mar. No hay memoria de tener alineados, frente a la bahía de San Lorenzo, nueve buques de guerra, capitaneados por el portaviones (el nombre de siempre) Juan Carlos I.
Sí, fue un éxito social e institucional que aportó réditos económicos. Si hacemos un esfuerzo y dejamos la ideología en el guardarropa, reconozcamos que no hace falta ser nazi o miembro del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia, liderado por Che Guevara, para aceptar que las exhibiciones militares tienen una estética que atrae a niños y mayores.