Es ya casi usual que avanzada la primavera se plantee por parte de algún grupo la ampliación del curso parlamentario al mes de julio. Para aceptar la petición es necesario el consenso de todos los grupos, una condición realmente excesiva. Hace algo más de un año se aprobó la reforma del Reglamento de la Junta General del Principado y nadie propuso revisar la posible ampliación de la actividad parlamentaria al mes de julio o explicitar las condiciones para hacerla posible. En el fondo de todo este asunto late una cierta mala conciencia de los diputados sobre su dispar calendario laboral en relación con la mayoría de la población.

Este año, PP y Foro pidieron mantener la actividad ordinaria en la Cámara; PSOE, IU-Convocatoria por Asturias y Tomé (Grupo Mixto) propusieron dedicar el mes de julio a la tramitación de las leyes en curso. Vox mantuvo una opinión contraria al resto de grupos, negándose a mantener el Parlamento abierto porque quiere bloquear la tramitación de algunas leyes, como la que versa sobre la red autonómica del primer ciclo de la Educación Infantil, Les Escuelines, que según Carolina López está destinada a «adoctrinar ciudadanos». La Ley de Proyectos Estratégicos tampoco les convence, porque se olvida de los empresarios autónomos y de las Pymes, ni la reforma de la Ley de Espectáculos Públicos, «porque ataca al mundo taurino». En definitiva, la Junta General del Principado cierra sus actividades la próxima semana y los diputados volverán a su lugar de trabajo con el pleno extraordinario del Día de Asturias. Hasta entonces, nada.

La decisión de Vox entra dentro de las variadas formas de practicar el filibusterismo. Al principio el filibusterismo sólo se podía hacer hablando sin parar en el Parlamento (en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos no se podían sentar ni hacer la más leve pausa), impidiendo que se aprobara una ley sometida a controversia. Luego se amplió el término a todo tipo de triquiñuelas que se hacen para alargar el procedimiento parlamentario. Lo que plantea Vox es una novedad, porque su iniciativa va contra toda la actividad legislativa que no es de su agrado. De esa enmienda a la totalidad de Vox, destaco su rechazo a una ley para agilizar la tramitación de iniciativas empresariales que conllevan una inversión de 30 millones, al menos. Hay que ser de ultraizquierda o tener una visión muy primitiva de la actividad económica para cerrar la puerta a esa ley. En el Parlamento hay que ser más serios. Con esta conducta Vox se margina solo.