Otea, la patronal de Hostelería y Turismo en Asturias, ha celebrado su Asamblea anual. José Luis Álvarez Almeida, presidente de la organización, reivindicó el papel del sector, al ser quien crea más empleo en la región y con una creciente participación en el PIB (12,5%). No obstante, hay aspectos preocupantes, como la caída de autónomos, 479 en los últimos años, un dato que le sirvió a Almeida para afirmar algo obvio: «Sin empresas no hay turismo».
En la crisis financiera de 2008 se hundió en España el sector de la construcción, tras una década de espectacular desarrollo. El desempleo estaba en el año 2007 en mínimos históricos, 8,6%, justo antes de empezar la gran recesión. Seis años más tarde, el paro llegaba al 27,1%. El vacío dejado por la construcción y, en parte, por la industria, fue cubierto por la hostelería y el turismo. Millones de desempleados buscaron refugio en el sector servicios. La hostelería y el turismo se expandieron hasta tener en la actualidad más de cinco millones de puestos de trabajo. No son actividades complementarias, sino que forman parte del núcleo duro de la actividad económica española. Es preciso contar con otros sectores que dejan más valor añadido, por supuesto, pero no desdeñemos al turismo y la hostelería, porque dan de comer a millones de españoles y son la causa principal por la que la economía española crece, en los últimos años, más que las de los grandes países de la Unión Europea; un fenómeno que Pedro Sánchez describe con expresivas palabras: «La economía española va como un cohete».
Almeida se refirió a las Viviendas de Uso Turístico (VUT) que están sometidas a debate desde el pasado verano. Lo hizo de una forma matizada: «Vivimos una realidad indiscutible, que es el excesivo crecimiento de las VUT, un modelo que no rechazamos, porque no debemos poner puertas al campo, sino que debemos convivir con él». Ese crecimiento excesivo se debe, fundamentalmente, a la Ley de Vivienda, que deja a los arrendadores sin garantía ante las eventualidades que sufran los arrendatarios. Los propietarios se fueron en masa del mercado clásico del alquiler, cayendo en picado la oferta de viviendas, y se acogieron a la modalidad de las VUT. No hace falta reformar la norma del Turismo, sino corregir la Ley de Vivienda. Es un acierto proteger a las personas vulnerables de los desalojos, pero siempre que la Administración se subrogue en sus obligaciones y pague la renta. Hacer política social con recursos privados es un abuso manifiesto.