Desde hace mucho tiempo, los altos cargos de la Sanidad asturiana venían diciendo que había que cambiar el mapa sanitario de la región, estructurado en ocho áreas. Hace un año, por estas fechas, la consejera de Salud anunció que se iba a reordenar la red de servicios y el personal sanitario para adaptarlo a la realidad regional que experimentó grandes cambios demográficos, tecnológicos y de infraestructuras desde 1984, año en que se diseñó el actual mapa con las ocho áreas. El pasado otoño, la consejera, Concepción Saavedra, ya presentó el núcleo de la nueva organización que consiste en la creación de tres áreas, cada una con un hospital de referencia: Occidente Costa, con el Hospital de San Agustín (Avilés) como centro principal, Centro-Suroccidente, con el Huca (Oviedo) de referente, y Oriente, con el Hospital de Cabueñes (Gijón) como principal infraestructura hospitalaria.
El Gobierno ya tenía, entonces, las cosas claras y sabía qué reorganización sanitaria quería llevar a cabo. A finales de 2023 anunció la Consejería de Salud que iba a consensuar con los distintos agentes el nuevo mapa y nada más se supo hasta el pasado jueves. Tuvieron que pasar más de siete meses para que nos presenten el borrador del decreto que proporciona soporte legal a la reordenación del sistema. ¿Tanto cuesta acordar un mapa que, en sus principales elementos, no está cuestionado? Se espera que la tramitación administrativa de la norma dure cinco meses, así que podrá entrar en vigor en el primer trimestre de 2025. No me extrañaría que el procedimiento dure más tiempo.
El retraso tan grande de todo el proceso está relacionado con cuestiones concretas que ya resultaban problemáticas antes de empezar la negociación y parece que no están resueltas: cómo se van a cubrir los puestos de difícil cobertura y cómo se gestionarán los desplazamientos forzosos del personal cuando se aplique el nuevo mapa. Son temas sindicales, que están relacionados con la escasez de personal sanitario.
Ejemplo de ello es que el nuevo mapa sanitario no tiene capacidad para cubrir más de 500 horas de guardia. Si se acercan los servicios sanitarios a la población los déficits de personal resultan más evidentes, si son los pacientes quienes viajan a los centros sanitarios las carencias resultan, relativamente, más fáciles de paliar, aunque no se podrán hacer milagros. Muchos meses negociando y todavía no hay un acuerdo con los sindicatos. De la solución que se dé a estos problemas dependerá el éxito del nuevo mapa.