En rueda de prensa, Adrián Barbón ha anunciado que va a utilizar todos los medios que estén a su alcance y activar todas las opciones judiciales para descubrir quién está detrás del supuesto colectivo (Socialistas Asturianos) que quería desbancarlo de la Secretaría General de la Federación Socialista Asturiana (FSA). Según el presidente del Principado, pretendían «desestabilizar al partido y al Gobierno asturiano».

Las declaraciones de Adrián Barbón se limitan a redundar en lo que ya habían dicho la pasada semana, Adriana Lastra, el mismo presidente del Principado y algún que otro dirigente socialista. No hay nada nuevo. La actuación del supuesto colectivo, que tal vez no pasen de ser tres o cuatro personas, responde más al modelo de gamberrada que a una conspiración política. Entiendo que la Policía realice pesquisas para que todos sepamos quiénes eran los farsantes. A fin de cuentas, el castigo para todo aquel que opera bajo el anonimato es desvelar rostro y nombre. Quizás alguna de sus actuaciones pueda ser susceptible de reproche penal. Me refiero a los nombres que aportaron como supuestos miembros del colectivo, entre los que estaba el de Álvaro Álvarez, coincidente con el nombre de un conocido militante socialista avilesino. Pudiera entender el propio Álvaro Álvarez (Avilés) que habían cometido un delito de suplantación de identidad, aunque ese delito está relacionado, casi siempre, con causas económicas. En cualquier caso, no es fácil que un juez reconozca que alguien delinquió por el hecho de que en una lista de nombres aparezca uno igual que el de otra persona ajena al problema.

Al margen de la vía legal queda la denuncia política, como la realizada por los dirigentes de la FSA. Dar un paso más y convertir la gamberrada en estrategia política es un salto en el vacío. Decir que intentaron «desestabilizar al partido y al Gobierno» por realizar cuatro llamadas de teléfono a los medios diciendo que iban a censurar a Barbón es confundir una bravuconada con una conspiración de gran envergadura. A poco que se piense no es nada fácil desestabilizar a la FSA y al Gobierno asturiano, descartada la moción de censura para la que actualmente no hay suficientes diputados.

Recuperemos todos la cordura y no caigamos en el círculo vicioso del bulo que consiste en querer acabar con un bulo a través de otro bulo. De la rueda de prensa destacaría algo que hay que agradecer a Barbón: no haber sacado a relucir a la extrema derecha como demiurgo de los cuatro farsantes.