La festividad regional, con celebración oficial cada año en un sitio –esta vez tocó en Los Oscos–, es un canto a la contemplación del paisaje, al reencuentro con las costumbres y juegos tradicionales, al saberse ciudadano de la región mejor valorada por los naturales del resto de comunidades autónomas (nuestros vecinos de Castilla y León son los que nos dan la nota más alta), al sentir el privilegio de vivir en una sociedad pacífica, como es la asturiana.
Nuestro primer valor es el de conformar una sociedad pacífica, abierta a la llegada de cualquier forastero. Una comunidad sin divisiones ni bandos. Luego, vendrá ponderar la riqueza del territorio, la cultura industrial y tantas otras cosas. Pero el gran valor a preservar es la paz. Conviene subrayarlo, porque ni siempre ha sido así, ni es una conquista garantizada para siempre.
Libertad
Si uno va a Cataluña comprueba que la mitad de la población no tiene el derecho de escolarizar a sus hijos en la lengua que quieren (castellano), pese a ser la más utilizada en la región. Si va al País Vasco encuentra ciudadanos de primera y de segunda. Estos ejemplos muestran que no es posible hacer un canto a la paz sin mencionar la libertad. Cuando un tendero es multado en Barcelona por rotular su negocio en castellano descubres que hay mucha más libertad en Asturias que en Cataluña.
En la víspera de la fiesta habían convocado en Madrid a los miembros del Comité Federal del PSOE. La cita tenía un gran interés porque abría la puerta a celebrar un debate sobre el gran tema del momento, la financiación singular de Cataluña, aprobada entre socialistas (PSC) e independentistas (ERC) y avalada por Pedro Sánchez. Desde que se llegó al pacto, ningún dirigente socialista explicó el contenido. El texto lo difundió ERC, pero los socialistas no lo ratificaron. La dirección del partido se limitó a decir que era bueno para Cataluña y para España, sin dar un dato del acuerdo.
Antes de entrar en la sede central del PSOE, los dirigentes críticos con el privilegio fiscal concedido a Cataluña, hacían extensas declaraciones. A la cabeza de ellos, García-Page (Castilla-La Mancha) y Lambán (Aragón), pero también estaban Tudanca (Castilla y León), Juan Lobato (Madrid), Gallardo (Extremadura), Espadas (Andalucía). En una crónica de urgencia, un rotativo madrileño decía que Adrián Barbón era el «gran ausente». Con mucha anticipación, el presidente del Principado había comunicado que no iba a abandonar las celebraciones del Día de Asturias en Los Oscos para acudir al Comité Federal. Seguro que los dos bandos, oficialistas y críticos, hicieron una lectura política de su ausencia. También la haremos nosotros. Veamos.
Esperar
En el debate sobre el pacto fiscal catalán, celebrado en la Junta de Portavoces del Parlamento asturiano, el 13 de agosto, el PSOE se limitó a recordar los acuerdos parlamentarios de la Junta sobre financiación autonómica, del año 2020. Y la Declaración de Santiago, de 2021, firmada por ocho comunidades autónomas con problemas de despoblamiento. La portavoz socialista no dijo ni una palabra del modelo singular catalán. La ausencia de Barbón en el Comité Federal es otro paso en la misma dirección. Considera que la estrategia correcta pasa por esperar. En algún momento del proceso el Gobierno va a hacerle una oferta de financiación al Principado. Quiere tener las manos libres hasta entonces. Trata de no dar pistas. Cuando se conoció el pacto fiscal catalán fijó la posición del Principado basándose en principios: rechazo a la bilateralidad, no a la ordinalidad, misma financiación por habitante ajustado, etcétera. A partir de ahí se dedica a verlas venir. En su lugar intervino Gimena Llamedo para recordar la postura de Asturias sobre la financiación. La vicepresidenta asturiana evitó criticar al Gobierno.
Lo que no va a poder evitar Barbón es que su ausencia haya despertado recelos en el Gobierno, en la dirección del partido y en otros presidentes autonómicos.
Mientras el líder asturiano se escudaba en la fiesta regional para no viajar a Madrid, Juan Cofiño, presidente de la Junta General del Principado, tomaba la palabra en el pleno institucional del Día de Asturias para decir que «los nacionalistas catalanes han puesto la diana en la destrucción de la solidaridad fiscal, pieza clave de la igualdad entre territorios y personas». Esa crítica a ERC, socio estratégico de Pedro Sánchez, va más allá de las manifestaciones realizadas por el presidente Barbón y el consejero de Hacienda, Peláez, sobre el pacto fiscal catalán. Por desgracia, el ataque al sistema de financiación autonómica ha ido más lejos y la paternidad del nuevo modelo no corresponde solo a ERC, sino que está compartida con los socialistas catalanes.
Discurso
Pedro Sánchez pronunció un extenso discurso en el Comité Federal, pero sin decir nada del modelo financiación acordado para Cataluña, salvo para afirmar que, si «se diseña bien, se podrán reducir las diferencias entre territorios». Política ficción. Sánchez realizó algunas afirmaciones extrañas, como que va a gobernar con el apoyo del poder legislativo o sin él. Hizo sus habituales concesiones a la demagogia, señalando que el debate de financiación es entre modelos: los servicios públicos son vistos como mercancía por la derecha, y la izquierda cree que son derechos con los que no se puede mercadear. En fin, estamos un poco peor que la semana pasada.