La misa oficiada por el arzobispo, Sanz Montes, en la basílica de Santa María la Real de Covadonga, en el Día de Asturias, había levantado una expectación máxima. No era para menos. Los tres dirigentes socialistas, con cargos más destacados en la región (presidente del Gobierno asturiano, presidente de la Junta General del Principado y delegada del Gobierno), habían anticipado que no acudirían a la ceremonia religiosa por el sesgo político introducido por el arzobispo en las homilías, en anteriores años. Con estos antecedentes había mucho interés por conocer cuál sería la respuesta de Sanz Montes ante las acusaciones recibidas (en algunos casos llegaron a tildar sus sermones de «extrema derecha»).
Yo pensaba que el arzobispo cambiaría de registro este año para no alimentar una polémica absurda, que no se da en ninguna otra comunidad autónoma, pese a que las diferencias ideológicas de los prelados con gobernantes de izquierda son habituales. Sin embargo, Sanz Montes prefirió contestar a sus críticos, demostrando una vez más que el carácter es el destino. La homilía estaba construida en clave de respuesta, pero, en la mayoría de los casos, sin explicitar los argumentos que impugnaba y, por supuesto, sin pronunciar nombres. De este modo, a muchos fieles y a muchos librepensadores la homilía se les hizo críptica. A ello colaboró, sin duda, el estilo barroco del arzobispo.
Antes decía que el sermón estaba escrito en clave de respuesta. También tenía otra clave el texto: estar escrito a la defensiva, hasta el punto de sacar a relucir sus títulos académicos para justificar que sabe redactar homilías. Una de las críticas más ridículas que le dirigieron consistió en orientarle sobre cómo debía ser la homilía en la festividad de la Virgen de Covadonga, que es algo tan pretencioso como decirle a Messi o Ronaldo cómo se tira un penalti. Puestos a replicar semejante disparate, no dude Sanz Montes que no tiene título más habilitante que el de arzobispo.
Entre argumentos y juegos de palabras, se pudo deducir que Sanz Montes entiende que algunos políticos tratan de reducir el Real Sitio de Covadonga «a centro de interpretación de parque temático», que en Asturias nos quieren «gobernar por bulerías», etc. Es decir, quedan suficientes cabos sueltos para que los dirigentes del PSOE continúen alimentando una polémica que inició Adriana Lastra a los tres días de ser nombrada delegada del Gobierno. Lo más importante: ya tenemos tema para empezar el curso político asturiano.