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Juan Neira

LARGO DE CAFE

FELICES E IGNORANTES

Comenzó el curso escolar para casi 100.000 alumnos (por primera vez la población escolar no llega a las seis cifras) y 12.400 docentes de la educación no universitaria. Como siempre, en el arranque de este curso el presidente del Principado y la consejera de educación visitaron algún centro. El mensaje de la jornada está en el optimismo que irradian en las fotos –en el colegio público de Soto del Barco– las autoridades y los alumnos.

Terminado el ceremonial de la inauguración del curso, de la educación no se vuelve a hablar. Se discute de sanidad, de impuestos, de medio ambiente, de urbanismo, de igualdad, de industria, de investigación científica, de vivienda, de ganadería, de empleo, pero no de educación.

En las comisiones parlamentarias de la Junta General del Principado comparece la consejera de Educación, o altos cargos de la consejería, pero allí no se habla propiamente de educación, sino de cuestiones periféricas, como el problema del transporte escolar o la baja sin cubrir de un profesor en un colegio

Es curioso que siendo la educación un tema de discusión en las familias y entre amigos, con una proyección social contemplada en las leyes a través del papel de las asociaciones de madres y padres, creando el concepto de comunidad escolar, quede tan marginada en la discusión política. En los debates de investidura, o sobre el estado de la región, ni el presidente ni los portavoces de la oposición dedican un mínimo de tiempo a chequear la educación.

Apatía
Hasta tal extremo llega la apatía, que las llamadas Evaluaciones de Diagnóstico, realizadas en cuarto de Primaria y segundo de Secundaria, con la participación de 16.000 alumnos de 352 centros, son ignoradas por la sociedad y resultan totalmente opacas para el Parlamento. Nadie conoce con un mínimo detalle los resultados. Sabemos cuántas ovejas se comen los lobos, pero no el rendimiento de colegios e institutos ni el nivel de conocimientos de los estudiantes de cada centro.

Esta regla general de comportamiento tiene una excepción: Les Escuelines. Tanto por las intervenciones del Gobierno, como por el espacio que ocupa en los documentos de la Consejería de Educación, parece que la educación asturiana gira en torno a la etapa de Infantil de cero a tres años. Para ser justos reconozcamos que la enseñanza del bable y el eonaviego iguala a Les Escuelines en protagonismo. ¿Son la cara y la cruz de la misma moneda?

El enfoque que se da a la educación en Asturias es el propio de una prestación social, por eso se orienta la gestión de los recursos a propiciar el bienestar de los alumnos, la armonía en los centros, etcétera. No importa que los niños sean ignorantes si son felices. Sin embargo, la educación es el cimiento de la actividad y la creatividad de un país. Forma parte de la cadena del valor que decide el nivel de bienestar de una nación: educación-productividad-competitividad. Si de la educación hablan poco, la productividad ni la nombran. Citan, retóricamente, la competitividad, como si se pudiese empezar una casa por el tejado.

Viendo las prioridades para el presente curso, resulta evidente que hay que reorientar la educación. Un ejemplo es la circular de inicio de curso (100 páginas), donde destacan asuntos como el fomento de la convivencia, la formación que se da a profesores, padres y alumnos para actuar ante situaciones de crisis emocionales o la potenciación de actividades culturales en torno al bable y el eonaviego. También se mantendrá el programa para alumnos de altas capacidades. Es un asunto curioso, porque en el curso 2021-2022, un 22% de los niños superdotados, en España, al empezar la Primaria eran asturianos. Ocho veces más que en anteriores cursos.

Contenidos
Con menos alumnos que nunca en las aulas se dan las circunstancias adecuadas para mejorar la calidad de la educación en Asturias, reforzando los contenidos y relativizando los mantras de la nueva pedagogía. Hay que volver a centrarse en la transmisión del conocimiento y a regirse por la racionalidad, no por las emociones. El discurso del profesor no se puede sustituir por la creación de artificiales «situaciones de aprendizaje», como marca la Lomloe, ni el hilván de las asignaturas puede ser el «aprendizaje por proyectos», como si la enseñanza fuera una suma de ejemplos, inhibiendo la capacidad de abstracción del alumno.

Se podrá argüir que la Lomloe es de obligado cumplimiento para los docentes y que la Consejería de Educación vigila que no haya desviaciones en el método de enseñanza. Sí, pero sigue vigente el artículo 20 de la Constitución, donde reza que se reconoce y protege el derecho «a la libertad de cátedra».

Fortaleza
La situación es grave. No sólo está en juego el futuro de los alumnos, sino el de toda Asturias. Cerrado el ciclo de vivir del subsuelo, con la industria en fuga hacia EE UU y Asia, nos queda el capital humano como principal fortaleza.

El panorama es desolador. En la nueva prueba de acceso a la universidad, regida por la Lomloe, en los exámenes de ciencias suministran a los alumnos las fórmulas para resolver los problemas. Se trabaja en todas las etapas con la hipótesis del aprobado general. Durante el confinamiento el Gobierno hizo un ensayo: quedó la mitad de la materia por explicar y hubo la mitad de suspensos. Con la Lomloe se da un paso al frente, al convertir el aprobado general en doctrina. Aún con todo, todavía los docentes tienen un margen de actuación. Ante el desinterés de los políticos, en alguien hay que confiar.

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por JUAN NEIRA

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